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La oscuridad es, simple y sencillamente, falta de luz. Sería casi lo mismo que si te pido que me
estudies la maldad. La maldad solamente es ausencia de bondad. “¡Se está olvidando del diablo,
hermano!” – No, no me olvidé de ese personaje. Él es, en todo caso, también símbolo de oscuridad.
Por lo tanto, lo que quiero decir es que, así como la oscuridad y el mal no se pueden estudiar en
sí mismos, porque sólo reflejan la ausencia de luz y bien, así también te digo que todo lo pecaminoso en
la tierra es, sencillamente, ausencia de Dios.
Entonces aquí es donde tú lees esto y me dices: ¿Usted me está diciendo que el pecado no
existe? No. Lo que te estoy diciendo es que vivir en pecado (Que no es pecar ocasionalmente por
ignorancia), es ausencia de Dios en esas vidas. Pero el pecado, como la oscuridad y el mal, es visible y
tiene peso propio.
Por eso es que Pablo les escribe a los Filipenses en 2:14-15: Haced todo sin murmuraciones y
contiendas; para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una
generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo.
(15) Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, (Que es
la iglesia), y alumbra a todos los que están en la casa.
Mucho cuidado con interpretar torcidamente. Cuando dice que la luz debe colocarse en el
candelero, y yo añado, por estudios específicos, que el candelero es el símbolo de la iglesia, no te está
diciendo que metas luces en un templo. Te está diciendo que metas definitiva y genuinamente a
Jesucristo en TU vida. Tú eres iglesia.
(16) Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas
obras, y glorifiquen a vuestro padre que está en los cielos.
Vamos por partes: la luz ilumina, es decir que quita, espanta y ahuyenta a las tinieblas. También
guía, enseña el camino, descubre y advierte sobre los peligros. Es un signo de vida. Dios es luz y
nosotros somos luz y sal; no nuestras ideas, opiniones o doctrinas. Hay sólo dos reinos en este mundo y
nosotros representamos al de la luz.
La luz no debe esconderse, ni apagarse, ni encandilar. Esto significa que no debe haber secreto
en nuestro discipulado, porque el uno excluye al otro. Entonces este es el tiempo en donde todas esas
reuniones especiales para pastores y líderes, deben concluir y dejar paso a la máxima transparencia
posible. Al que no hay que darle información importante es al infierno, no a los hermanos rasos.
Ahora bien: el Reino, que no es un lugar geográfico determinado sino una jurisdicción, un ámbito,
una especie de república o nación espiritual, tiene sus propias leyes, fruto de su propia constitución, su
Carta Magna, que es la Biblia.
Pero debo añadirte algo esencial para que no ingreses a una calle sin salida. Cuando hablo de la
Biblia con relación al Reino, hablo de una Biblia espiritual, no histórica, social, geográfica o teológica.
¿Por qué? Porque el Reino de los Cielos es, eminentemente, espiritual.
Esto significa que, mientras las bienaventuranzas que hemos visto en primer lugar, describen el
carácter esencial de los ciudadanos del Reino, las metáforas de la sal y la luz que terminamos de
examinar, indican su saludable influencia, (La de los ciudadanos del Reino) sobre la sociedad secular a
medida que se ponen en contacto con ella.