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225<br />

Reitero <strong>el</strong> concepto que ya he dado a conocer en otro lugar de este trabajo. <strong>La</strong> entrada en <strong>el</strong><br />

Reino es por la rectitud inap<strong>el</strong>able de nuestros corazones, nunca por cultos al legalismo externo<br />

pletórico de hipocresía.<br />

Esto sólo puede lograrse poniendo por obra todas y cada una de las actitudes y aptitudes que<br />

has leído en las bienaventuranzas. De ese modo es que se ingresa, en primer lugar, al Reino personal<br />

d<strong>el</strong> Mesías, que es <strong>el</strong> punto de partida <strong>para</strong> la entrada total al Reino de los Ci<strong>el</strong>os.<br />

A partir de todo esto que estamos viendo es que Santiago, en su carta, escribe concretamente en<br />

2:10: Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de<br />

todos.<br />

Esto es completado por Pablo en Gálatas 3:10 cuando expresa: Porque todos los que<br />

dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: maldito todo aqu<strong>el</strong> que<br />

no permaneciere en todas las cosas escritas en <strong>el</strong> libro de la ley <strong>para</strong> hacerlas.<br />

106 - ¿Qué Hay en tu Corazón?<br />

(Verso 21)= Oísteis que fue dicho a los antiguos: no matarás; y cualquiera que matare será<br />

culpable de juicio.<br />

(22) Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de<br />

juicio; y cualquiera que diga: necio, a su hermano, será culpable ante <strong>el</strong> concilio; y cualquiera<br />

que le diga: fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.<br />

Es conocido por todos nosotros que ese “no matarás” que Jesús señala, es <strong>el</strong> sexto de los diez<br />

mandamientos dados a Moisés. Y Él lo coloca en la misma dimensión y medida que <strong>el</strong> enojarnos con un<br />

hermano, puntualizando que si lo hacemos, somos culpables de juicio.<br />

Esa palabra, Juicio, aquí, es la palabra krisis, que es de donde luego adoptaremos nuestra<br />

españolizada “crisis”. Está expresando una idea de se<strong>para</strong>r, un proceso de distinguir y s<strong>el</strong>eccionar, un<br />

tomar decisiones.<br />

El Nuevo Testamento usa la palabra <strong>para</strong> referirse especialmente al juicio divino. Los<br />

acontecimientos marchan en dirección al momento cuando <strong>el</strong> pecado será confrontado y se le juzgará<br />

consecuentemente.<br />

Ahora bien; es mi deber como ministro d<strong>el</strong> Señor y hermano en la fe de todos los que viven por<br />

<strong>el</strong>la, aclarar algo por una simple cuestión de nobleza, además de hacerlo porque si hay algo que no me<br />

agrada <strong>para</strong> nada, ese algo son las posiciones monopólicas o corporativas.<br />

Somos <strong>el</strong> cuerpo de Cristo en la tierra, no una corporación cristiana. Por lo tanto y en honor y<br />

homenaje a eso, debo decirte que cuando aquí se habla de hermano, no se refiere a cualquier persona<br />

que concurra a tu misma congregación, sino al que ha creído en Jesucristo como Salvador y Señor y<br />

vive acorde a su voluntad y propósito.<br />

Digo esto porque, a partir de este versículo específico, he sido testigo de reprimendas muy<br />

fuertes a personas que se han enemistado con oportunistas que concurren a iglesias a realizar sus<br />

negocios personales, y que se disfrazan bajo <strong>el</strong> barniz de “hermanos”.

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