Pulsa aquà para seguir leyendo y descargar el ... - La Web Cristiana
Pulsa aquà para seguir leyendo y descargar el ... - La Web Cristiana
Pulsa aquà para seguir leyendo y descargar el ... - La Web Cristiana
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
180<br />
(15) Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al<br />
amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aqu<strong>el</strong> por quien Cristo murió.<br />
Esto, que aquí está centralizado en <strong>el</strong> asunto de la comida, es un concepto que no siempre<br />
tenemos en cuenta en muchas otras cosas. Y no será la primera ni la última vez que, por proteger o<br />
cuidar nuestros reglamentos o estatutos internos, echamos a gente de los templos sin pensar que fue<br />
por <strong>el</strong>los que Cristo murió en la cruz. ¿Qué se nos dirá en <strong>el</strong> día postrero al respecto?<br />
(16) No sea, pues, vituperado vuestro bien; (17) porque <strong>el</strong> reino de Dios no es comida ni<br />
bebida, sino justicia, paz y gozo en <strong>el</strong> Espíritu Santo.<br />
Queda claro que la explicación que Pablo brinda, tiene que ver con la libertad a disfrutar dentro<br />
d<strong>el</strong> Reino de Dios y fuera totalmente de las leyes y reglamentos de la ley que regía a los judíos de la<br />
época, pero también tiene connotaciones que alcanzan hasta <strong>el</strong> tiempo presente.<br />
No se trata de las cosas que comas o no comas, o las cosas que bebas o no bebas <strong>para</strong> ser o<br />
sentirte parte d<strong>el</strong> Reino. Por supuesto que cuidar <strong>el</strong> templo d<strong>el</strong> Espíritu Santo que es nuestro cuerpo es<br />
una obligación y, por lo tanto, lo haremos comiendo y bebiendo lo que no nos dañe, pero eso no es lo<br />
básico.<br />
Lo básico, se muestra a continuación, es la definición en tres adjetivos, tres palabras, tres<br />
condiciones que rodean al Reino de Dios en toda su dimensión. Justicia divina, no humana, y por lo<br />
tanto infalible, perfecta, única; paz, y no como <strong>el</strong> mundo la otorga, sino como Cristo la da y gozo en <strong>el</strong><br />
Espíritu Santo, esa persona de la Trinidad de la que, curiosamente, todavía no se habla en muchas<br />
congregaciones que aseguran ser cristianas.<br />
080 - ¡Imítenme a Mí!<br />
Nunca, en ninguno de los más prestigiosos foros de discusión teológica, ha sido cuestionada en<br />
su texto o contexto lo que llamamos la Primera Carta a los Corintios. Es auténtica y, ya sea por estilo,<br />
lenguaje y conceptos, es casi indiscutible que le pertenece al apóstol Pablo.<br />
Porque él estableció la iglesia en Corinto entre los años 50-51 d.C., cuando en su segundo viaje<br />
misionero pasó dieciocho meses allí. Después de su partida mantuvo correspondencia y cuidó de la<br />
iglesia. Durante su ministerio de tres años en Efeso, en su tercer viaje, había recibido preocupantes<br />
informes sobre la laxitud y apatía moral entre los creyentes de Corinto.<br />
Para remediar la situación, escribió una carta a la iglesia, que indudablemente se ha perdido. Un<br />
poco más tarde, una d<strong>el</strong>egación enviada por Cloé, un miembro de la iglesia de Corinto, le comunicó a<br />
Pablo la existencia de divisiones en la congregación.<br />
Antes que pudiera enviar una carta <strong>para</strong> corregir los problemas, llegó otra d<strong>el</strong>egación de Corinto<br />
con una carta donde se le hacían varias preguntas. Inmediatamente, Pablo envió a Timoteo <strong>para</strong><br />
remediar aqu<strong>el</strong> problema.<br />
Entonces, recién allí, fue que escribió la carta que conocemos como 1 Corintios, con la<br />
esperanza de que llegara primero que Timoteo. Como parece que Pablo la escribió al final de su<br />
estancia en Efeso, se puede fechar alrededor d<strong>el</strong> año 56 d.C. Es en esa epístola que encontramos<br />
algunas menciones de la palabra Reino que seguidamente examinaremos,<br />
(1 Corintios 4: 14) = No escribo esto <strong>para</strong> avergonzaros, sino <strong>para</strong> amonestaros como a<br />
hijos míos amados.