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069 - El Más Amado<br />

Desde muy temprano en la historia de la iglesia, <strong>el</strong> cuarto evang<strong>el</strong>io se atribuye a Juan, “<strong>el</strong><br />

discípulo amado”, quien perteneció al “círculo íntimo” de los seguidores de Jesús. De acuerdo con varios<br />

autores cristianos d<strong>el</strong> siglo segundo, Juan se mudó a Efeso, probablemente durante la primera guerra<br />

judía en los años 66-70 d.C., donde continuó su ministerio.<br />

Por ejemplo, Ireneo, obispo de Lyón en la segunda mitad d<strong>el</strong> siglo II, declaró que “Juan, <strong>el</strong><br />

discípulo d<strong>el</strong> Señor, quien también descansó sobre su pecho, publicó un evang<strong>el</strong>io durante su residencia<br />

en Efeso, en Asia.<br />

<strong>La</strong> misma tradición que ubica a Juan en Efeso sugiere que él escribió su evang<strong>el</strong>io a fines d<strong>el</strong><br />

siglo I. Ante la ausencia de alguna evidencia sustancial en contra, la mayoría de los especialistas<br />

aceptan esta creencia.<br />

En un sentido amplio, Juan escribió <strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io <strong>para</strong> proveer a los cristianos de la provincia de<br />

Asia, (Ahora Asia Menor), de un conocimiento completo de la vida y <strong>el</strong> ministerio de Jesucristo. Más<br />

específicamente, escribió <strong>para</strong> conducir a sus lectores a una fe sólida, sobre la base de las palabras y<br />

las obras de Jesús, y con <strong>el</strong> propósito de que “tuvieran vida en su nombre”.<br />

Curiosamente, en este evang<strong>el</strong>io prácticamente no hay mención d<strong>el</strong> Reino de los Ci<strong>el</strong>os o Reino<br />

de Dios, pero en los tres textos que la hay, se pueden estudiar cuestiones nuevas con respecto a lo visto<br />

en los restantes. Lo primero que vemos allí sobre <strong>el</strong> tema, es <strong>el</strong> encuentro de Jesús con Nicodemo.<br />

Nicodemo, cuyo nombre, en griego significa: “Victorioso con <strong>el</strong> pueblo”, era un fariseo, miembro<br />

s<strong>el</strong>ecto d<strong>el</strong> sanedrín. Era un hombre al cual, los milagros producidos por la mano de Jesús,<br />

convencieron de que <strong>el</strong> nazareno era un enviado de Dios.<br />

Lleno de dudas y preguntas a formular, <strong>el</strong>igió ir de noche a verlo, ya que pese a todo aún<br />

sostenía su status y no hubiera sido bien visto que acudiera a Jesús si sus compañeros de sanedrín lo<br />

hubieran sabido.<br />

Así que esperó casi una medianoche y allá fue. Lo encontró y dialogó con Él. Jesús le explicó<br />

que era <strong>el</strong> “nuevo nacimiento”, le manifestó que Dios, en su amor, había dado a su Hijo unigénito, con <strong>el</strong><br />

fin de que todo aqu<strong>el</strong> que creyera en Él tuviera vida eterna.<br />

Más ad<strong>el</strong>ante, cuando los miembros d<strong>el</strong> sanedrín acusaron a Jesús de impostor, Nicodemo les<br />

preguntó si la Ley les autorizaba a condenar a alguien antes de haberlo escuchado. Finalmente, y de<br />

acuerdo con documentos históricos, no bíblicos, este doctor de la Ley contribuyó con alrededor de cien<br />

libras romanas en una composición de mirra y de áloes <strong>para</strong> <strong>el</strong> embalsamamiento d<strong>el</strong> cadáver de Jesús.<br />

Este es <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato textual de ese episodio.<br />

(Juan 3. 1) = Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre<br />

los judíos.<br />

(2) Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como<br />

maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.<br />

(3) Respondió Jesús y le dijo: de cierto, de cierto te digo, que <strong>el</strong> que no naciere de nuevo,<br />

no puede ver <strong>el</strong> reino de Dios.

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