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Este es un tiempo identificado con la extensión de la palabra por todas las naciones, pero de<br />
ninguna manera por fiestas r<strong>el</strong>igiosas. De palabra profunda y direccional a niv<strong>el</strong> nacional e internacional.<br />
Hombres de integridad hablando a niv<strong>el</strong> de gobierno <strong>para</strong> las naciones. Hay distintas dimensiones,<br />
distintas unciones, distintas operaciones, un solo cuerpo y un mismo Señor.<br />
Claro está que también vendrán los falsos de todos los tiempos. Si viene un hombre que dice ser<br />
apóstol y me predica algo que no encaja con la Palabra de Dios, ¿Deberé aceptarlo simplemente porque<br />
otros hombres lo han ordenado como apóstol? Ni lo pienses.<br />
Tengo <strong>el</strong> mismo Espíritu Santo que todos los demás creyentes, y si <strong>el</strong> Espíritu me muestra, por<br />
discernimiento, que es falso, pues <strong>para</strong> mí es falso. Si cometiera un error, en todo caso, será un<br />
problema entre mi Señor y yo. Pero esclavo de decisiones ajenas, nunca. Al menos en esta senda d<strong>el</strong><br />
evang<strong>el</strong>io d<strong>el</strong> Reino de los Ci<strong>el</strong>os.<br />
Ahora vamos a identificar <strong>el</strong> tiempo apostólico. Dice <strong>el</strong> verso 4 que estuvimos viendo: Te<br />
edificaré y serás edificada. Lo primero que vemos es que <strong>el</strong> tiempo apostólico estará identificado por la<br />
reedificación. Los apóstoles, edifican. <strong>La</strong> sabiduría labró sus siete columnas. Y como podrás suponer, no<br />
estoy hablando de templos de mampostería; que te quede claro.<br />
Los gobiernos de los apóstoles, traen una palabra de edificación. Eso no quiere decir que te<br />
palmee la espalda, sino que te edifica, te coloca en los lugares correctos, <strong>para</strong> que <strong>el</strong> cuerpo llegue a la<br />
medida d<strong>el</strong> varón perfecto.<br />
<strong>La</strong> palabra justa es que te construyen, no que te endulzan con palabras lisonjeras o halagüeñas.<br />
Edificar no quiere decir bendecirte. Edificar quiere decir construirte. Y a veces, <strong>para</strong> hacerlo, tienen que<br />
destruir tu estructura pensante. No sufras, está bueno <strong>para</strong> tu crecimiento.<br />
Nuestras estructuras, nuestras posiciones y nuestras operaciones tendrán que modificarse. Una<br />
iglesia d<strong>el</strong> siglo veintiuno no puede tener una apariencia de una iglesia d<strong>el</strong> siglo diecinueve. Vemos que<br />
vamos a ser adornados por danzas y alabanzas. ¿Cuántos saben que eso ya hace bastante tiempo que<br />
llegó?<br />
Y no estoy hablando d<strong>el</strong> profesionalismo eclesiástico, estoy hablando de una estación de la<br />
iglesia que es sobrenatural y sirve <strong>para</strong> adornarnos. Es decir que ahora estamos muy atractivos <strong>para</strong> <strong>el</strong><br />
que no conoce, porque se ve una iglesia viva, alegre, bulliciosa, gozosa, que se alegra. <strong>La</strong> gente viene<br />
aunque sea por curiosidad.<br />
Antes, la gente escondía la Biblia, <strong>para</strong> ir al templo la metían en una bolsa de pap<strong>el</strong>. Hasta<br />
organizaciones cristianas comenzaron a vender portabiblias, que eran una especie de carteras que, si<br />
bien se vendían con <strong>el</strong> argumento de protegerla, la realidad era que una gran mayoría la utilizaba <strong>para</strong><br />
ocultarla y no ser detectado no ya como creyente, sino como evangélico, que era lo que realmente le<br />
traía problemas.<br />
O sea que la iglesia tuvo en un momento una atracción sobrenatural sobre la gente porque<br />
estábamos en una época de adorno. Estábamos, sobrenaturalmente, siendo adornados por Dios. <strong>La</strong><br />
gente se veía linda.<br />
Los cristianos se veían más hermosos que los no cristianos. Pero la sección adonde Dios nos ha<br />
llevado, es donde <strong>el</strong> apetito es por sabiduría. <strong>La</strong> gente está buscando soluciones. Y la Palabra demanda<br />
que la iglesia se convierta en monte al cual suben las naciones a buscar ideas. Y no estoy hablando de<br />
sanidad interior, como te imaginarás.