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Jesús no vivió dentro de lo que consideramos como Nuevo Testamento, sino en el marco del
Antiguo. Sólo cuando fue a la cruz y su sangre se derramó, allí quedó certificado el Nuevo Pacto. Así
que el Nuevo Testamento, si no lo tomas a mal, comienza en los finales de los cuatro evangelios, donde
se relata la crucifixión. De allí hacia delante, no hacia atrás.
Voy a tomar como plataforma de partida al evangelio de Mateo. No sólo porque es el primero que
encontramos en nuestras Biblias, sino porque, junto con el de Lucas, es en donde esta palabra que
buscamos y estudiamos está en más ocasiones.
Convengamos en que este evangelio no identifica a su autor, así que la atribución a Mateo, un ex
cobrador de impuestos que luego fuera discípulo directo de Jesús, de estos textos, pasa por una
tradición de la iglesia primitiva.
Lo tomas o lo dejas. No le hace demasiado; cuando te preocupas demasiado por los autores
humanos, pierdes de vista el autor divino. Sigue sucediendo. Que no te ocurra con este libro, ¿Estamos
de acuerdo?
La cuestión es que se sabe muy poco o casi nada de este hombre. La tradición, el boca a boca,
nos cuenta que predicó el evangelio en Palestina durante quince años después de la resurrección de
Jesús y que también dirigió campañas misioneras en otras naciones, pero eso es historia y tradición, no
Biblia.
Una vez más, lo tomas o lo dejas. Nadie dijo: “conoceréis a Josefo, y Josefo os hará libres”,
¿Entendido? Y si esto te presenta la duda respecto a lo que pienso de la historia, ya mismo te digo que
la veo excelente para añadirla a, y de ninguna manera para anteponerla a. Yo no entregué mi vida a un
profesor de historia, se la entregué a mi Señor Jesucristo.
De todos modos, lo que nos interesa vivamente de este evangelio, es examinar cuidadosamente
los textos en los que la palabra Reino está presente, más allá de quien haya sido realmente su autor y
del trabajo espiritual o religioso que pueda haber realizado o no.
Y me gratifica de sobremanera realizar este estudio así, en crudo, con lo que el Espíritu me va
mostrando, porque es un modo de decirle en voz alta a la teología sistemática que sí, que está muy
bueno lo que ella enseña, pero que no la necesitamos los hijos de Dios a la hora de honrar al Padre con
nuestros ministerios. Si habitas en el Reino, no necesitas historia, necesitas revelación.
029 - Aquí Está; Yo lo Represento
Así que comenzaré con él e iré añadiéndole textos de los otros evangelios que se encuentren en
este, a la manera de los paralelos que normalmente vemos en nuestros trabajos. Es decir que, algo que
dice en Mateo, será confirmado o ampliado por lo que ha sido escrito en cualquiera de los otros tres.
Y lo desarrollaré parcialmente, porque también quiero conseguir un objetivo primario en todo
escritor: que en ningún momento esto te canse. El enemigo es muy astuto en esa área. Y lo logra
bastante seguido. Te cansa durante la oración, te duermes y te pierdes la respuesta.
Comienza con una extensa genealogía de Jesucristo, continúa con su nacimiento, la visita de los
magos de oriente, a quienes luego la mitología popular rebautizó como “reyes magos”; la huida de la
familia de José a Egipto, la masacre de Herodes con los niños y su instalación definitiva en Nazaret. Y
luego, nuestro primer texto, la presentación de Juan el Bautista.