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(Salmo 45: 1)= Rebosa mi corazón palabra buena; dirijo al rey mi canto; mi lengua es
pluma de escribiente muy ligero.
Es una dedicatoria al creyente genuino, fiel y verdadero. No tiene nada que ver con el religioso,
ritualista y sostenedor de doctrinas humanas convenientes para los intereses personales de hombres sin
escrúpulos.
Dice que el corazón de ese creyente rebosa de palabra buena. Eso está dejando implícito que el
que no está dentro de ese remanente santo, no rebosa buena palabra, sino hojarasca teológica sin vida
ni poder. Por ese estado pleno es que se puede alabar al Señor en espíritu y verdad.
(2) eres el más hermoso de los hijos de los hombres; (Aún los físicamente menos agraciados
por la belleza humana, son considerados hermosos por Dios por sus valores interiores); la gracia se
derramó en tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre. (¿Por cuánto tiempo dice que
Dios lo ha bendecido? Para siempre. ¿Estamos hablando de una bendición eterna? No, no estamos
“hablando” nosotros de eso, ¡¡la Biblia lo dice!!)
(3) Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente, con tu gloria y con tu majestad.
¿Hay gloria, majestad y espadas en poder de los creyentes que tú conoces? No, por lo tanto, de
lo que se está hablando es de la Palabra ungida como espada de doble filo, y de la gloria y la majestad
de Dios encarnada en cada uno de sus hijos genuinos.
(4) En tu gloria sé prosperado; (¿Teología de la prosperidad, acaso? No. La prosperidad de
Dios no pasa por tu cuenta bancaria, pasa por tu corazón recto e intachable. La prosperidad humana es
la que pasa por los bolsillos y es, curiosamente, la que más se está predicando en este tiempo de
escasez.); cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia.
¿Por qué dice que debemos cabalgar sobre la palabra de verdad? Porque, -recuerda aquella
vieja enseñanza-, ya no estamos en la categoría de simples ovejas, sino de verdaderos y resoplantes
caballos de honor.
Por ese simple motivo es que nuestra palabra, ajustada fielmente a la palabra de Dios y no a las
doctrinas que los hombres inventaron más para satisfacerse a sí mismos que al Reino, automáticamente
será de humildad (que no es pobreza de dinero), y justicia (Que no es disciplina eclesiástica).
(5) Tus saetas agudas, (Sentencias proféticas), con que caerán pueblos debajo de ti
(Impiedades del mundo secular e incrédulo), penetrarán en los corazones de los enemigos del rey.
(No necesitas que yo te diga quienes son los enemigos de Dios, ¿Verdad?)
(6) Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; cetro de justicia es el cetro de tu reino.
En la carta a los Hebreos, el autor va a aplicar todos estos versículos al propio Jesús. Le añadirá
lo que sigue, que es una referencia a una unción especial de Dios sobre Él, que hoy se hace extensiva a
todos y cada uno de nosotros, los que hemos decidido ser seguidores de Cristo por encima de las
pretensiones de muchos hombres que simulan representarlo.
El salmo 103 que vamos a visitar ahora, es otro de los salmos de David. En él hay
mayoritariamente alabanza a Dios. Alabanzas que tienen como fundamento lo que David llama
“mercedes”, y que como todos sabemos, es casi un sinónimo de Gracia.