Pulsa aquí para seguir leyendo y descargar el ... - La Web Cristiana

269
Y mucho menos con el sistema eclesiástico humanista, que lamentablemente es uno más de
ellos y casi en su misma medida. Eso no le va a acarrear muestras de simpatía, precisamente, sino todo
lo contrario. Bien; ese es parte del precio a pagar por pertenecer al Reino. Ya fue dicho.
Yo recuerdo que en muchas reuniones a las que he asistido como miembro, el predicador de
turno vociferaba en un momento dado cuantos de nosotros estábamos dispuestos a pagar el precio. Yo
no sé si ese predicador sabía lo que estaba preguntando.
Lo que sí puedo asegurarte, es que la mayor parte de los que saltaban alegremente gritando
“¡Améeeen! ¡Ameeeen!”, no lo sabían. No, al menos, con la claridad necesaria. Muchos de ellos
corrieron a buscar consejería ante la primera punzada de ataque para pagar ese precio.
Todas las vidas que modificaron o cambiaron cosas en la historia bíblica, debieron luchar,
oponerse y rechazar la participación activa de esos sistemas. Abraham, por ejemplo, le dijo
absolutamente “no” a Sodoma y Gomorra.
Pero no fue el único. José y Moisés rechazaron el sistema de Egipto, Daniel el de Babilonia.
(Habitó en ella, tal como tú lo estás haciendo hoy; pero jamás comió de su alimento, ¿Estás entendiendo
o es muy difícil?), Pablo le dijo “no” a Grecia, Mateo a Tiro y Sidón y Jesús a Satanás, nada menos.
¿Quién sino estaría detrás de los sistemas mundanos o humanistas? Él, sin dudas. Está más
que claro que no es Dios. Eso es lo que demasiados de mis hermanos todavía no pueden ver: implantar
carnalidades en la iglesia, es implementar satanismo disfrazado de cristianismo. ¿Duro? No, cierto.
Lo único que puede vencer a los sistemas (reinos) de este mundo es el sistema superior, el
Reino superior, el Reino de Dios. El sistema religioso actual, en su gran mayoría, en realidad es un
sistema babilónico.
No tiene absolutamente ninguna fuerza contra los sistemas del mundo porque hay una simple
razón que no lo permite: es uno más de ellos. ¿Comprendes ahora? Cero luz. Cero sal. Cero unción.
Cero misericordia. Cero amor. Cero santidad. Babilonia. ¿Iglesia?
Repito... el enemigo sabe perfectamente que una persona en el Reino de Dios es una persona
perdida para él y una enorme amenaza que tarde o temprano lo confrontará, desenmascarará,
desmenuzará y vencerá.
Por eso su persecución se encarniza mucho más fuera de los templos que por dentro. Es
curioso, pero esta gente que no se refugia en organizaciones está, según el pensamiento de esas
organizaciones, huérfano de cobertura. ¿De donde habrán sacado esta teología? Bíblica no es.
Y sin embargo resiste cada uno de los ataques que el enemigo le lanza. ¿Sabes por qué?
Porque tiene la única cobertura posible en la tierra: Jesús. Todas las demás, son expresiones tendientes
a cautivar y manipular personas en beneficio propio. O, en el mejor de los casos, sectorial.
¿Cuál sería, entonces, el trabajo del enemigo más inteligente? Buscar y encontrar todas las
maneras posibles para ingresar a las personas que creen o buscan a Dios a este sistema babilónico,
impidiendo de esta manera que entren al Reino de Dios. ¿Sigues comprendiendo? Puedes elegir entre
estar en el Reino de Dios o en el del pastor o apóstol Fulano…
Por otro lado, cuando consigue esto, sabe también que una persona fuera del Reino de Dios es
una persona útil para sus propósitos egoístas y destructivos. ¿Entiendes ahora por qué hay tanto fraude,
engaño y estafa dentro de las iglesias? No hay grises ni términos medios. Es Reino o es Babilonia.