Pulsa aquà para seguir leyendo y descargar el ... - La Web Cristiana
Pulsa aquà para seguir leyendo y descargar el ... - La Web Cristiana
Pulsa aquà para seguir leyendo y descargar el ... - La Web Cristiana
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
256<br />
Siempre recuerdo que alguien nos enseñaba en alguna ocasión a un grupo de personas que<br />
trabajábamos en r<strong>el</strong>aciones públicas de diversas empresas, aqu<strong>el</strong> viejo refrán que dice que: “<strong>La</strong> mujer<br />
d<strong>el</strong> César no sólo debe ser buena, sino también parecerlo”.<br />
Allá <strong>el</strong> mundillo empresario y sus prioritarias necesidades de ganar mucho dinero, pero<br />
tratándose de creyentes te pregunto: ¿Quieres algo más hipócrita? Porque a partir de su actuación,<br />
nadie iba a fijarse como era, sino como parecía que era.<br />
Es decir que, en líneas generales, pero también en lo estrictamente puntual, nuestra identidad es<br />
la que nos determinan las circunstancias a favor y en contra. Es la identidad la que nos permite entrar o<br />
no al Reino, la que nos posiciona en contra o a favor de él y la que nos capacita <strong>para</strong> vencer al enemigo.<br />
124 – Déjame que te Haga una Pregunta<br />
Un viejo predicador preguntó en una ocasión, desde <strong>el</strong> púlpito a todos nosotros, que éramos sus<br />
oyentes congregados, si sabíamos quienes éramos en Cristo. Yo sonreí casi estúpidamente y miré al<br />
que tenía a mi lado, esperando ver en su rostro una respuesta adecuada. No la tenía. Y yo tampoco.<br />
Sentí vergüenza.<br />
Lo que no sabemos, es que <strong>el</strong> enemigo tocará nuestra puerta íntima cada día <strong>para</strong> preguntarnos<br />
lo mismo. Durante muchos años yo, cristiano sincero, asiduo concurrente a la que era mi iglesia, fi<strong>el</strong>,<br />
trabajador y honesto, no tuve ninguna respuesta.<br />
Hoy, habiendo perdido mucha de mi mejor reputación en <strong>el</strong> ambiente eclesiástico, gracias al<br />
Señor, sí la tengo. Entonces la pregunta que me hice y me sigo haciendo, es: ¿Todo está mal en <strong>el</strong><br />
ambiente evangélico? No lo creo. Conozco a mucha gente muy rescatable. ¿Pero siguen allí?<br />
Y sí; a veces porque no tienen otra manera de <strong>seguir</strong> operando como han sido enviados a<br />
operar. ¿Pero no se contaminan? Muchos, no. Otros, quizás en <strong>el</strong> afán de servir más y mejor al Señor,<br />
tal vez. ¿Entonces? Entonces trabajan en vano. Dios jamás bendecirá un servicio nacido desde<br />
ambientes corrompidos por la mentalidad babilónica. Porque Babilonia cae irremediablemente.<br />
No podemos ser tan histriónicos ni actores teatrales como <strong>para</strong> simular ser lo que no somos. <strong>La</strong><br />
cultura d<strong>el</strong> decir y parecer, aunque todavía tiene bastante éxito en <strong>el</strong> mundo, éxito que también alcanza<br />
a nuestros ambientes cercanos, no es suficiente <strong>para</strong> engañar a quien nos ve a través de un cristal<br />
espiritual.<br />
Esto es una guerra y yo, mal que me pese, soy un soldado. Tengo un uniforme que<br />
espiritualmente me identifica. Si pretendo engañar al enemigo, no voy a poder porque mi enemigo tiene<br />
un buen sistema de int<strong>el</strong>igencia.<br />
Así que lo mejor que puedo hacer es calzar con amor ese uniforme, tomar todas las armas de las<br />
cuales estoy munido y p<strong>el</strong>ear en esta batalla con la máxima capacidad, habilidad y potencia que pueda.<br />
<strong>La</strong> victoria global ya está lograda, sólo resta que yo la haga efectiva <strong>para</strong> mi vida personal.<br />
Debo, en primera medida, tener bien en claro de que lado estoy en este asunto, a quien debo<br />
someterme, cuales son las armas que tengo, las estrategias que debo <strong>seguir</strong> y respetar y los principios<br />
básicos que sustentan mi victoria.<br />
Imagínate en una guerra a un soldado, en pleno combate, pensando si se queda y p<strong>el</strong>ea, o<br />
huye, o se entrega, o… En medio de todas esas dudas, es probable que muera. No nos gusta obedecer