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(16) Respondiendo Simón Pedro, (Porque los otros se quedaron mudos), dijo: tú eres el
Cristo, el Hijo del Dios viviente. (¡Excelente, Pedro! ¡Pasa luego a buscar el diploma firmado por el
Concilio!)
(17) Entonces le respondió Jesús: bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no
te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. (Simple: si no es por revelación,
nadie puede saber quien es o quien no es un hijo de Dios. Nuestra capacidad alcanza hasta saber si se
congrega o no se congrega en un templo).
(18) Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las
puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
(19) Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será
atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
Lo primero que hay que consignar es que la roca, no es Pedro como persona o como individuo.
Porque Cristo sustituyó la palabra petra, que es una roca colocada en el fundamento de una edificación,
por petros, que viene a ser apenas un fragmento de petra.
Cristo pudo haber querido decir, (Aseguran muchos comentaristas), que Él mismo era la Piedra,
esto es: petra, sobre la cual descansaba la iglesia. Y que la iglesia se construye con estas piedras,
(petroi) que participan de la naturaleza de petra, a través de la confesión de fe en Él.
Pedro, por lo tanto, es aquí la primera de muchas piedras utilizadas en la edificación de la iglesia,
pero presta mucha atención: estoy diciendo de la iglesia, y no necesariamente de ese montón de
personas que se reúnen los días domingos en un salón, a cantar coritos y dormirse durante los
mensajes. ¿Por qué digo esto? Por lo que sigue.
La expresión utilizada aquí como las puertas del Hades, significa casi literalmente algo así
como el poder de la muerte. Y se nos asegura que eso no es capaz de impedir el avance del Reino, ni
reclamar victoria sobre aquellos que pertenecen a Dios.
Sin embargo, todos nosotros somos testigos de cómo, en innumerable cantidad de lugares auto
rotulados como “iglesias”, el Hades no sólo está prevaleciendo, sino que se está llevando a muchos al
abismo delante de las narices de los supuestos líderes y ministros.
¿Motivo? Simple, aunque muy dolorosa la respuesta. Ocurre esa situación porque eso no es
iglesia. Eso no es Reino. Eso es sólo religión. Y en el mejor de los casos, alcanza para acompañar, pero
no es suficiente para vencer.
En cuanto al polémico versículo 19, es notorio que sus implicaciones, (Aún observadas dentro de
la incontable cantidad de teólogos y comentaristas que lo han examinado), son diversas y
necesariamente todas deben ser entendidas con claridad para evitar confusiones.
La terminología de Jesús contiene elementos de simbolismo, (En esto coinciden aún hasta los
que gustan más de interpretarlo todo literalmente), porque en el griego da lugar a una compleja
construcción, llevándonos de ese modo a hacer diversas interpretaciones de un solo párrafo.
Lo que no tiene discusión, es que decir Llaves, es decir Autoridad. A través de Pedro, que sólo
sería una tipología de la iglesia por su tozudez aguerrida mezclada con revelación divina, por todas las
edades, Jesús está traspasando a esa iglesia futura (No personalmente a Pedro), su autoridad o control
par atar y desatar en la tierra. ¿Dónde? En la tierra. Que quede claro.