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Reino. Esto nos muestra una realidad actual que tuvo su correlato en los tiempos de Daniel. Lo que se
levantó en contra de él era una guerra de reinos.
Dios necesita gente genuina de Reino, ya que esa es la gente que hace que las cosas ocurran.
Gente que hace que el Dedo de Dios aparezca en medio de la fiesta. Gente que se para delante de
Faraón con una vara y un profeta y grita: ¡Que salgan las culebras paganas!
Gente cuya obediencia y santidad hacen que Faraón sueñe, que haga temblar a Herodes y a
Pilato, que haga que las cárceles se derrumben con su adoración. Gente cuyas lágrimas y oración
cambien la historia de un país.
El verdadero ayuno de Daniel no fue sólo el comer frutas y verduras. El verdadero ayuno de
Daniel incluyó orar en medio de Babilonia, que es nada menos que orar cuando ya nadie quiere orar;
amar el lugar secreto con Dios cuando a nadie ya parece interesarle.
Eso es, en pocas pero sabias palabras, no ceñirse al sistema cuando todos se acomodan al
sistema; no mezclarse con los que no quieren saber nada de Dios. Esto también es ayunar. Y créeme
que así como el ayuno clásico bendice, éste también lo hace, y además produce victoria.
¿Alguien puede poner en duda que en estos tiempos, Dios está trayendo juicio sobre las
naciones? Es el tiempo en donde se necesita gente de ayuno y oración, que lea y discierna los tiempos
y tenga respuestas, que no tenga mezclas en su mente ni en su corazón, y que pueda decir como Jesús:
Ahí viene el príncipe de este mundo; él nada tiene en mí.
Lo que no se necesita de ninguna manera, es gente que ame estar acomodada y gobernada por
los sistemas que piensan por ellos; gente distraída por las diversas vanidades y vanaglorias de la vida y
gente desubicada en los tiempos y el propósito de Dios.
Por tanto, como iglesia, si es que la conformamos, no podemos enfocarnos directa y únicamente
en las personas, procurando entretenerlas o divertirlas con rudimentos lindantes con lo ridículo o
esotérico.
Tampoco podemos enseñar tanta teología que empaste las mentes de las personas de modo tal
que no puedan acceder a ninguna clase de revelación. Debemos tener en cuenta que Jesús murió por
nosotros, y nosotros no podemos menos que vivir una vida especial y de alto contenido significativo.
Es la única forma en que, cuando suene la trompeta del juicio de Dios, estemos preparados y
tengamos una respuesta clara y certera. Y recuerda que una trompeta literal y vibrante del pasado, es
una palabra profética, no eclesiástica ni comprometida con rangos de este tiempo.
Vista esta parte de nuestras consideraciones, ¿Te queda cierta sensación de estar haciendo,
como iglesia, todo exacta y puntualmente al revés de lo correcto? ¿Sí? Entonces, mi amado hermano o
hermana, mucho me temo que por el momento no estamos venciendo, ¿Está claro?
El mundo es condenado, ya que la gente rehúsa aceptar al Perfecto Hijo de Dios y recibir Su Luz.
El mundo ama las tinieblas y aborrece la luz. Este rechazo produce una mentalidad, cuyos
pensamientos están construidos en tinieblas y mentiras ilusorias.
El maestro del ilusionismo es el diablo. Él corrompe la luz usando sombras. Debes recordar que
Lucifer era “el portador de la luz” antes que fuera expulsado del cielo. Esto significa que él sabe como
engañar y pervertir la luz, creando las ilusiones mentales que otros creen.