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Debo decirte algo que todos sabemos, pero que nadie se atreve a sacar de su ostracismo místico
o su cerrojo espiritual. La historia del pueblo judío, en oposición con las de nuestras culturas
occidentales, es una historia directa y abiertamente sobrenatural.
Sin embargo, y a partir de las reacciones humanas de aquel legendario pueblo, -Que en muchos
casos son las mismas reacciones que vemos hoy en nuestras iglesias-, Jesús sabe muy bien que lo
sobrenatural no es lo que nos llevará al punto central del evangelio, sino la revelación de su persona en
nuestras vidas.
Quiero que entiendas, en este punto de este trabajo, que la revelación no es el punto básico de
un gran ministerio o un gran impacto evangelístico o eclesiástico sobre la tierra. La revelación es,
simplemente, la llave de ingreso al Reino. Esa llave de la cual Jesús le habla a Pedro en la
continuación del texto que hemos visto.
Alguien que ha tenido la bendición de recibir, de parte del Espíritu Santo, la revelación clara de
quien es Jesús, tiene casi automáticamente en sus manos las llaves para entrar a Su Reino. Pero no
sólo eso, también tiene en sus manos la autoridad para unir cielos y tierra y para decretar mandatos y
que los cielos respondan.
De todo esto, nos queda en evidencia algo que no siempre es lo que nos han enseñado. Quizás
por urgencias o ignorancias, una buena parte de nuestra enseñanza teológica responde mucho más a
buenas intenciones humanas que a revelaciones divinas.
126 – La Revelación de Jesucristo
Entre todas esas enseñanzas, la que indudablemente más sobresale, es la que nos muestra con
claridad que el fundamento de la iglesia no es la Biblia, como tantas veces se ha dicho. Quiero decir
cuando se enseña que el fundamento de la iglesia es la palabra.
Si el fundamento fuera realmente la palabra, el fruto seguiría siendo el mismo que tantas y tantas
veces hemos podido comprobar: divisionismo. Porque cada persona, inexorablemente, pasa a la
palabra de Dios por su propia identidad, por su filtro, por su propio ego.
Eso ha sido, es y sigue siendo, por el momento, la causa fundamental de que una sola palabra y
una misma palabra, tenga tantas y tantas interpretaciones tan disímiles, lo que nos ha llevado a crear
cientos y cientos de denominaciones, que luego adjudicamos alegremente a la misericordia de Dios.
Incluso me ha tocado estar participando como invitado principal o como visita ocasional, en
lugares donde hacen de la diversidad de opiniones sobre los textos bíblicos, un baluarte positivo. ¿Nadie
les dijo que el Espíritu Santo, guía a toda verdad, es uno solo, y sería incoherente de su parte dar
diferentes revelaciones a distintas personas?
¡Pero hermano! ¿Usted está diciéndonos que entonces Jesús no es La Palabra, tal como nos
enseñaron? – No. Lo que te estoy diciendo no es exactamente eso, lee bien. Lo que te estoy diciendo es
que Jesús ES la palabra, pero la palabra revelada, no la lineal, literal e intelectual.
De otro modo, como alguna vez imaginaste, los analfabetos no podrían ser salvos. Y lo son,
créemelo. Aunque esto se confronta con el ideario de algunas congregaciones ortodoxas o
conservadoras que por la calidad de sus enseñanzas, hacen sospechar a sus miembros que hay un
cielo especial para profesionales y otro de menor cuantía para analfabetos.