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113 – El Discipulado Genuino
Mira; pese a no estar concurriendo regularmente a templos, con mi esposa solemos escuchar a
cuanto predicador, maestro o itinerante ande por estas tierras, tanto personalmente como por la radio o
la televisión.
¿Y sabes que? Dejando de lado a un mínimo porcentaje, en su gran mayoría aplican
voluntarismo puro, declamando y vociferando conceptos que ni por asomo cumplen en sus vidas
privadas. No te olvides; somos pocos y nos conocemos mucho.
Entonces tú, que tienes muy arraigado aquello de ser amoroso, misericordioso y hasta permisivo
con los que se equivocan, me dices: ¡Y bueno, hermano! ¡De última, ese es un problema de cada uno de
ellos con el Señor! Cierto.
Pero cierto sería si no fueran líderes o referentes, porque lamentablemente debo decirte que
esas puertas que ellos abren al enemigo, hablando de lo que no es Rema en sus vidas, se extienden a
una gran parte de quienes los oyen y creen, y allí ya no es un problema sólo de ellos.
Creo que todos pasamos por los mismos hornos de purificación, pero no todos salimos de la
misma manera. Quizás alguien pueda darse algunos gustos mundanos sin que nada suceda ni a su
alrededor ni en sí mismo, pero hay muchos otros a los cuales, ciertas cosas ya no les son permitidas.
Hay preguntas que debemos hacernos diariamente. Y no para obtener respuestas de cliché, sino
reales, transparentes y genuinas. Esto es evangelio, esto es Reino de Dios. Esto no es banco, púlpito y
mensajecito. Esto no es religión, es vida abundante. Si no se cumplen estos puntos, entonces esto no es
nada.
¿Tenemos autoridad sobre los territorios que habitamos? ¿Estamos siguiendo un sistema
ordenado de discipulado? Y cuando digo la palabra “discipulado”, no estoy hablando de reuniones
semanales en una casa de familia, donde se toma buen café, se comen galletas y se critica al pastor.
Eso sucede en casi todas las congregaciones y no da ningún resultado visible de valor. Estoy
hablando de discipulado divino, es decir: ir en búsqueda de las propiedades de Cristo para imitarlas y
hacerlas vivientes en nosotros.
¿Crees que estoy usando idioma evangélico? Mira tu Biblia; si es similar a la mía, vas a
encontrar que en casi todo su contexto del Nuevo Testamento, habla mucho de ir y hacer discípulos
para Cristo. Pero de lo que no habla jamás, es de ganar almas.
¿Comprendes ahora por qué andamos con los rumbos tergiversados y por ese motivo no
podemos llegar al destino anhelado? Simplemente porque, en lugar de salir a las calles a hacer
discípulos para Cristo, hacemos campañas entre cuatro paredes para traer gente a los templos.
¿Estamos unidos a la familia de Dios? Y créeme que no estoy refiriéndome a ser miembro legal
de una organización religiosa llamada iglesia Tal o Cual. Estoy hablando de ser parte de la familia de
Dios desde sus mismas bases, esto es: ser hijo de Dios por adopción, reconocido y habilitado.
¿Pero es que no es lo mismo? No. No siempre es lo mismo. Es más; a veces, es lo opuesto.
¿Cómo que es lo opuesto? Sí; hay gente que supone estar haciendo lo correcto, incluso dentro de las
iglesias, cuando en realidad no lo está haciendo. Y si no hace lo correcto, hace lo incorrecto.