Pulsa aquí para seguir leyendo y descargar el ... - La Web Cristiana

210
Fe, lo sabemos, es certeza de lo que esperamos, convicción de lo que no vemos. A eso, dice
Pedro, debemos añadirle virtud. ¿Y que cosa es la virtud? La palabra griega usada aquí es arete, y en
el griego clásico se usaba para describir cualquier cualidad que le ganaba a una persona la estimación
pública.
Tiempo después, la palabra significó valor intrínseco, excelencia moral y bondad. Se la aplica a
Dios y a las personas. Muchos eruditos piensan que en los tiempos bíblicos, arete se usaba
comúnmente para referirse a manifestaciones del poder milagroso de Dios.
Luego señala que a esa virtud, debemos agregarle una alta dosis de conocimiento. Si vemos a
esta palabra desde nuestra óptica intelectual, corremos el riesgo de suponer que se nos está enviando a
estudiar teología, pero si la tomamos desde su esencia bíblica misma, entonces entendemos que
cuando se dice conocimiento, en realidad se está expresando intimidad.
Allí es donde llegamos al dominio propio. Quiero que entiendas que eso no tiene nada que ver
con cobardía, debilidad o endeblez emocional o física. Dominio propio no es huir de un combate contra
alguien que nos dobla en potencia y ferocidad, sino la misma actitud para con alguien a quien
superamos en todas esas condiciones.
Paciencia, ya fue dicho antes, es la capacidad para soportar con resignación desgracias,
trabajos, ofensas, etc. Tranquilidad para esperar. Calma para hacer trabajos minuciosos o entretenidos.
De ninguna manera es pasividad, holgazanería ni apatía, sino ejercicio del dominio propio para evitar la
ansiedad.
Respecto a la piedad, nosotros manejamos el concepto que en el diccionario recién figura en
tercer lugar: la lástima o compasión por algo o alguien. Sin embargo, piedad es una virtud que inspira,
por el amor a Dios, devoción a las cosas santas. Si decimos que un impío es un incrédulo, lo opuesto,
(Un “pío”), sería alguien creyente.
El afecto fraternal es un sentimiento producto de una emoción que nace y se enciende en
nuestros corazones, generalmente por familiares directos o indirectos, y también por amigos. Es algo
que existe en casi todas las personas y se manifiesta de diversas maneras. Pero no es amor, ya que
luego esta palabra será añadida como continuación y no como consecuencia.
(8) Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin
fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
(9) Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado
la purificación de sus antiguos pecados.
Aquí tienes uno de los motivos básicos por los cuales hay enfrentamientos y divisiones dentro de
lo que conocemos como la iglesia del Señor. Unos tienen vista para ver y oídos para oír, mientras que
los otros están ciegos y sordos. ¿Podría ser posible una unidad cierta entre ellos? No, sólo sería una
muestra más de las tantas pinturas hipócritas que vemos a diario.
La otra forma de desencuentro, es la que sucede por causa de una visión distorsionada por
causa de nuestras propias concupiscencias. Si yo veo algo del evangelio de un modo y tú lo ves de otro
modo, es indudable que uno de los dos, (O ambos), estamos equivocados. El Espíritu Santo es uno, es
coherente y nos guía a toda verdad, así que alguien está pataleando en falso.
Y al producirse esa doble visión de las cosas, es cuando podemos usar el prefijo “Dí”, que
depende como sea utilizado, significa diferentes cosas. Si dices “Disentir”, estás hablando de oposición.
Si hablas de Divergir, hablas de separación. Y si dices Di-visión, estás hablando de dos visiones.