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Todo <strong>el</strong>lo, en su conjunto, ha conformado una diversidad de grupos, movimientos, corrientes,<br />

sectas, r<strong>el</strong>igiones e industrias, que han invadido sectores que se consideraban puros hasta llevarlos a un<br />

grado tal de confusión que, de pronto, hablar de un pecado claro y conciso, te puede introducir en<br />

cuestiones jurídicas r<strong>el</strong>acionadas con la discriminación.<br />

Y a eso voy a darle un poco más de claridad, aunque corra <strong>el</strong> riesgo de oscurecerlo, como dice <strong>el</strong><br />

viejo refrán. ¿Tienen derecho cualquiera de las minorías conocidas, a reclamar fuerte <strong>para</strong> que no se las<br />

discrimine? ¡Por supuesto que lo tienen! Pero eso no invalida ni anula la d<strong>el</strong>gada línea que existe entre<br />

lo santo y lo pecaminoso. El pecado es pecado y la santidad, santidad.<br />

Tú eres quien <strong>el</strong>iges adonde vas a aportar tu presencia y protagonismo. Tienes todo <strong>el</strong> derecho<br />

<strong>para</strong> hacerlo. <strong>La</strong> salvación, <strong>el</strong> Reino y la Vida Eterna, esa es otra historia. Y nada tiene que ver con<br />

marginaciones, injurias, humillaciones, burlas o discriminaciones. Pasa por estar en pecado o no estarlo.<br />

Al tema de la industria lo añadí luego de leer un informe estremecedor que da cuenta que,<br />

muchos imperios hoy en día se han <strong>para</strong>petado detrás de esa industria. Se manejan como empresas<br />

productoras y distribuidoras de productos, pero la fuerza de su fama no radica solamente en un trabajo<br />

bien hecho, nombre y tradición.<br />

En mi país tenemos pruebas sobradas de este tipo de cosas. Por años ciertos sectores han<br />

dominado la escena con un barniz r<strong>el</strong>igioso y discursos declamatorios sobre justicia social. Eran los<br />

mismos años, -únicos que recuerdo-, donde vi a gente revolver la basura <strong>para</strong> comer.<br />

Lo importante dentro de estos estamentos, es la enorme cantidad de pactos realizados con los<br />

espíritus que moran en estos sistemas. Escuchar las declaraciones privadas de los fundadores o<br />

pioneros de estas empresas y ver sus frutos en la sociedad, hace que esto sea más que evidente.<br />

Si te cuesta creer esto, te sugiero repasar, por ejemplo, la historia íntima de la mayor parte de las<br />

bandas de rock. Aunque te suene infantil o fantástico, los pactos satánicos existen, están allí y, lo peor<br />

de todo, funcionan. Y no creas que estoy parloteando boberías seniles porque es música joven. Lo que<br />

era MI música en mi adolescencia, era igual o peor que esta. Pude salir. Puedes salir.<br />

Tanto ha sido <strong>el</strong> control esotérico dentro de los movimientos industriales o comerciales, que así<br />

como sonaría casi ridículo que un empresario fuera a una reunión de negocios acompañado de un<br />

pastor o un sacerdote, muy por <strong>el</strong> contrario queda casi lógico y normal, que lo haga secundado por<br />

tarotistas, videntes u otra clase de brujos.<br />

Esto, <strong>para</strong> una sociedad confundida, sigue teniendo mayor niv<strong>el</strong> que lo otro. A nadie le importa<br />

de donde proviene. En Argentina, e independientemente de las naturales predilecciones ideológicas o<br />

partidarias que mi gente pueda y desee tener, está fresca la memoria que recuerda a un presidente de la<br />

década de los noventa, consultando todas las mañanas a una tarotista personal, antes de partir <strong>para</strong> la<br />

casa d<strong>el</strong> gobierno. Era la época que mencioné más arriba, donde <strong>el</strong> hambre se engalanó de todos.<br />

<strong>La</strong> mayor parte de mi gente se sonreía o, sencillamente, reía a carcajadas. Algunos nos<br />

quedábamos muy serios y, si llegábamos a abrir nuestras bocas, éramos pasados de inmediato a la<br />

zona de la burla y la risa por demasiado…fundamentalistas. Mi pueblo perece por falta de<br />

conocimiento…<br />

El diablo sabe que en nuestros sistemas sociales, la mayoría siempre tendrá <strong>el</strong> control. Entonces<br />

no busca adoptar la razón; le bastará con con<strong>seguir</strong> la mayoría. Esto se ha infiltrado casi violentamente<br />

en <strong>el</strong> ámbito de la política, de la economía y, oh <strong>para</strong>doja y sorpresa, también de la iglesia.

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