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Sin la intervención del gobierno de Dios a través de la oración, las circunstancias de la tierra se
impondrán inevitablemente. Las necesidades terrenales deben estar sujetas a la voluntad de Dios tanto
aquí, “como en el cielo”.
Ni la debilidad del gobierno humano, (la carne), ni la depravación de las obras del infierno (el
diablo) prevalecerán. Sólo el poder de Dios puede cambiar las cosas y traer el gobierno del cielo (el
reino) a la tierra, y la gloria y el mérito por el resultado de las oraciones le pertenecen.
Sin embargo, a nosotros corresponde orar; a menos que pidamos la intervención de su reino y
obedezcamos sus indicaciones sobre la oración, nada cambiará. Todo el ministerio del reino comienza,
se sostiene y triunfa por medio de la oración”.
Más allá de la que indudablemente son muy buenas intenciones por parte de estas personas,
hay algo que a mí me hace pensar muy seriamente: si todos, a partir de esta enseñanza, sabemos que
cosa es el Reino y lo que produce en las personas, entonces, ¿Por qué no lo estamos viendo? ¿Es sólo
falta de oración o también se carece de algo más?
065 – El que Busca, Encuentra
En el capítulo siguiente, Jesús brinda a sus oyentes, una extensa y pormenorizada enseñanza
sobre la codicia y la actitud del miembro del Reino de los Cielos ante ella. En el marco de esa
enseñanza, pronuncia palabra suaves y llenas de amor para con los hijos de Dios en la tierra.
(Lucas 12: 29) = Vosotros, pues, (Dirigiéndose a los que les estaba dando la enseñanza), no
os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa
inquietud.
(30) Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que
tenéis necesidad de estas cosas.
(31) Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
(32) No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.
(33) Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en
los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye.
(34) Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Queda, en principio y globalmente, más que clara la enseñanza. ¿Para que preocuparse por
cosas de esta vida, a las cuales no podemos controlar ni hacer nada para no perderlas, llegado el caso o
momento? ¿No es más sencillo confiar en Dios? Todos lo sabemos, todos lo olvidamos. ¿Lo olvidamos,
realmente, o elegimos ser desobedientes? Buena pregunta. ¿Tienes respuesta?
Si no la tuvieras, cosa que es muy probable de acuerdo con mi humilde experiencia en la
sociedad que nos acompaña, es porque si bien estás cerca del Señor y su evangelio, aún cerca de
alguna iglesia y hasta trabajando duro en ella, todavía no tienes claro el significado, la presencia y la
realidad concreta del Reino de Dios para tu vida.
Creo sin temor a equivocarme, que el verso 31 es la mejor síntesis que sobre la significación del
Reino de Dios he hallado en la Biblia. Allí se nos dice que debemos buscar antes que ninguna otra cosa