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Aunque este es un pasaje conocido del Antiguo Testamento, su interpretación varía bastante
entre los distintos grupos de cristianos. ¡Exactamente como si la Biblia fuera de interpretación privada,
cosa que Dios se encargó de dejar en evidencia como negativa y aborrecible!
Andar cada uno en nombre de su dios alude a la identificación que se ha producido con esa
deidad. Como los seres humanos dependen de sus dioses, tratan de imitarlos y no se avergüenzan de
asociar sus nombres a ellos o confesarse sus seguidores.
Obviamente, esto profetiza las realidades de los últimos tiempos, pero hasta qué punto debe ser
tomado literalmente no es algo que está completamente claro. Sin embargo, podemos captar su
esencia: el surgimiento de un mundo sometido a la autoridad de Dios.
En cuanto al cumplimiento de la esencia de esta profecía, sabemos por el concepto del Reino de
Dios que nos ofrece el Nuevo Testamento, que mucho de este proceso ya está en marcha, gracias a la
aproximación del reino a través del ministerio de la iglesia.
En cuanto a la expresión final de para siempre, la palabra usada es ‘ad, que quiere decir:
Eternidad, Perpetuidad, Continuidad del tiempo. Este sustantivo figura cerca de cincuenta veces en el
Antiguo Testamento.
La primera vez que aparece es en Éxodo 15:18, cuando habla de que Jehová reinará
eternamente y para siempre. Así, sucesivamente, en otros textos se lo menciona siempre relacionado
con la eternidad de Dios.
(6) En aquel día, dice Jehová, juntaré la que cojea, y recogeré la descarriada, y a la que
afligí; (7) y pondré a la coja como remanente, y a la descarriada como nación robusta; y Jehová
reinará sobre ellos en el monte de Sión desde ahora y para siempre.
Me has oído y leído decir que este que estamos viviendo es el tiempo del cumplimiento de lo
profetizado en Ezequiel 34. Muy bien; aquí tienes casi una reiteración calcada de algunas expresiones
que hemos leído en aquel libro.
Presta atención a otro concepto que venimos enseñando desde el principio de nuestra actividad
ministerial. La oveja que cojea, esto es: la que tiene renguera porque aún no puede caminar
debidamente en esta senda de divinidad, esa será la elegida y levantada como remanente santo.
La descarriada, mientras tanto, que es aquella que quizás hoy todavía consideramos como
perdida, será la que echará las bases para constituirse en una gran nación santa, pueblo elegido por
Dios, linaje escogido. ¿Puedes entender, ahora, por qué no debes juzgar a nadie?
(8) Y tú, oh torre del rebaño, fortaleza de la hija de Sión, hasta ti vendrá el señorío primero,
el reino de la hija de Jerusalén. (La hija de Jerusalén es la iglesia, el señorío es Cristo y el reino, ya lo
sabes.)
(9) Ahora, ¿Por qué gritas tanto? ¿No hay rey en ti? ¿Pereció tu consejero, que te ha
tomado dolor como de mujer de parto?
Es increíble, pero esto parecería ser un calco de lo que cualquiera de nosotros exclamaría en la
puerta de cualquiera de nuestros templos. Líder, pastor, predicador, director de alabanza, ¿Por qué
gritas tanto? ¿No hay rey en ti? ¿No eres parte activa e integrante de un reino inconmovible? ¿Es
necesario que grites o alcanzaría con que invoques y seas genuino?