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Aparentemente, este hombre habría recibido el evangelio del Reino anunciado por Felipe, e
incluso decidió bautizarse y lo hizo. Luego, habiendo querido comprar con dinero el poder del Espíritu
Santo que veía manifestarse, recibió el reproche de Pedro por esa actitud.
Pedro le reprochó el estar falto de actitud y de hallarse atado por la iniquidad, le exhortó a
arrepentirse y a orar directamente al Señor para obtener su perdón. Simón no rechazó las palabras del
apóstol, sino que le suplicó que intercediera a su favor, pero no hay registro en la Biblia sobre lo que
luego sucediera, así es que no sabemos si se arrepintió de una manera genuina o sólo simuló hacerlo
por conveniencia.
Lo que sí sabemos, es que a partir de su pequeña historia, nació un término que ha sido muy
utilizado dentro de la iglesia con referencia a la modalidad religiosa de traficar con las cosas santas por
intereses lucrativos, es decir: La Simonía.
Lo importante para nuestro trabajo es que Simón, que indudablemente pudo ver con sus propios
ojos el poder del Dios verdadero, fue conmovido e impactado hasta quedar atónito, por un evangelio que
se le predicó tal como había sido plantado:
El Reino de los Cielos se ha acercado y el nombre de Jesucristo como Salvador y Señor. La
pregunta, es: ¿Qué pasaría con tantas iglesias espiritualmente muertas, hoy, si se decidieran a predicar
ese mismo evangelio y no parches humanísticos con recetas seculares?
Lo que vamos a leer ahora, es uno de esos textos que, cuando han sido mal interpretados, han
edificado doctrinas erróneas, así de simple. Por ejemplo, la idea de un sufrimiento extremo tipo martirio
permanente para los cristianos que deseen ir al cielo, es una de esas doctrinas.
077 - ¿Salvos o Discípulos?
(Hechos 14: 21) = Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad (Derbe) y de hacer
muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquia, (22) confirmando los ánimos de los
discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: es necesario que a través
de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.
Comencemos por esclarecer el concepto derivado del término utilizado. Las dos acepciones que
el diccionario presenta respecto a la palabra Tribulación, son: 1 – Congoja, pena, tormento o aflicción
moral. 2 – Persecución o adversidad que padece el hombre.
Ahora bien: si el Reino fuera lo que en muchas iglesias se ha enseñado, una especie de lugar
paradisíaco adonde iremos el día de nuestra partida final, entonces este texto estaría en abierta
contradicción a la salvación por gracia y sin mérito o esfuerzo humano.
Porque no se podría entender como, si ser salvo es el resultado simple de aceptar a Jesucristo
como Salvador personal y hacerlo Señor de tu vida, después me digan que debo dejar jirones de mi vida
colgados en los bancos de los templos para poder serlo.
Ahora bien; si el Reino, por el contrario, es lo que estamos enseñando: un lugar en el ámbito
espiritual al que sólo podemos acceder cuando vivimos una vida conforme al propósito y la voluntad de
Dios, tanto sea en obediencia como en santidad, entonces sí esto cobra sentido.