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produce <strong>el</strong> perdón de Dios. ¿Y como es que llega ese arrepentimiento? ¿Tal vez por lo que alguien le<br />
diga a una persona?<br />
Prueba decirle a una prostituta que lo que está haciendo no es bien visto por Dios. O a un ladrón<br />
que deje de robar. O a un político que no mienta. No te escucharán y, si te oyen, no aceptarán sus<br />
errores y no cambiarán.<br />
Salvo <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o de Dios. Allí es <strong>el</strong> Espíritu Santo <strong>el</strong> que produce convicción de pecado. Y esta<br />
siempre es la antesala d<strong>el</strong> arrepentimiento, <strong>el</strong> perdón y la conversión. ¿Lo puedes entender? Recuerda<br />
que en las antiguas evang<strong>el</strong>izaciones, la Biblia dice claramente que era Dios quien añadía a los que<br />
habrían de ser salvos.<br />
Luego dice que Dios aumentó la alegría de esa gente. Observaba los cotejos finales d<strong>el</strong> último<br />
campeonato mundial de fútbol, y veía <strong>el</strong> aliento, las c<strong>el</strong>ebraciones y la sincera alegría de toda esa gente,<br />
simpatizantes de los equipos vencedores.<br />
Me dije <strong>para</strong> mí mismo: ¡Eso es alabanza! ¡Eso es c<strong>el</strong>ebración! ¡Eso es gozo! ¡¡¡Pero es<br />
mundano!!! Es cierto, pero <strong>el</strong>los no necesitan que nadie les diga que tienen que gritar, que tienen que<br />
cantar o alabar a sus jugadores.<br />
¿Estás entendiendo? ¿Somos, como iglesia, verdaderamente simpatizantes d<strong>el</strong> equipo de Dios?<br />
Si lo somos, dime por qué necesitamos directores de alabanza, a los que algunos llaman casi<br />
ofensivamente “porristas cristianos”.<br />
(4) Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y <strong>el</strong> cetro de su opresor,<br />
como en <strong>el</strong> día de Madián.<br />
Dios com<strong>para</strong> la liberación d<strong>el</strong> hombre d<strong>el</strong> yugo opresor d<strong>el</strong> pecado con la batalla de Gedeón. Y<br />
al mismo tiempo, en otros textos deja entrever que la esclavitud de la cual se nos libera no es solamente<br />
la d<strong>el</strong> pecado y las garras de los demonios.<br />
También se nos libera de cualquier otra clase de esclavitud a hombre. Incluso aqu<strong>el</strong>la que puede<br />
ser ejecutada con <strong>el</strong> nombre de Dios como excusa. ¿Es que las hay? ¡Claro que las hay! ¿Tú crees que<br />
debo salir yo a decirlo como si fuera algo que nadie ha visto?<br />
¡Reacciona, hermano! ¡Juégate por algo aunque más no sea una vez en tu vida! - …Es<br />
que…hermano... nosotros debemos ser un testimonio de amor…un testimonio de paz… -Es cierto, pero<br />
amor y paz en una cárc<strong>el</strong>, siempre será algo ofensivo al auténtico amor de Dios.<br />
(5) Porque todo calzado que lleva <strong>el</strong> guerrero en <strong>el</strong> tumulto de la batalla, y todo manto<br />
revolcado en sangre, serán quemados, pasto d<strong>el</strong> fuego.<br />
(6) Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y <strong>el</strong> principado sobre su hombro; y se<br />
llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.<br />
En este último verso, tenemos una de las más hermosas promesas poéticas d<strong>el</strong> Reino venidero<br />
d<strong>el</strong> Mesías. Anualmente lo recitamos y lo escuchamos cantar cuando c<strong>el</strong>ebramos la Navidad. Sin<br />
embargo, también se refiere a una de las verdades más grandes y misteriosas de la Biblia: la<br />
encarnación.