Aristóteles - Física (pdf) - La Caverna
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«conforme a naturaleza». Que la naturaleza existe 112, sería ridículo intentar<br />
demostrarlo; pues es claro que hay cosas que son así, y demostrar lo que es<br />
claro por lo que es oscuro es propio de quienes son incapaces de dis- 5 tinguir<br />
lo que es cognoscible por sí mismo de lo que no lo es. Aunque es evidente<br />
que se puede experimentar tal confusión, pues un ciego de nacimiento podría<br />
ponerse a discurrir sobre los colores. Pero los que así proceden sólo discuten<br />
sobre palabras, sin pensar lo que dicen.<br />
Algunos piensan que la naturaleza o la substancia de las cosas que son por<br />
naturaleza es el constituyente primero 113 10 en cada una de ellas, algo informe<br />
en sí mismo; así, la naturaleza de una cama sería la madera, y la de una<br />
estatua el bronce. (Signo de ello, dice Antifonte, 114 es el hecho de que si se<br />
plantase una cama y la madera en putrefacción 115 cobrase fuerza hasta echar<br />
un brote, no se generaría una cama, 15 sino madera, lo que muestra que la<br />
disposición de las partes según las reglas y el arte sólo le pertenece<br />
accidentalmente, mientras que la substancia es aquello que permanece aunque<br />
esté afectado continuamente por esa disposición.) Y si la materia de cada<br />
una de estas cosas se encuentra asimismo en relación con otra (como el<br />
bronce o el oro con el agua, los huesos o la madera con la tierra, e igualmente<br />
cualquiera 20 de las demás cosas), éstas sería su naturaleza y su substancia.<br />
Por eso algunos dicen 116 que la naturaleza de las cosas es el fuego; otros, que<br />
112 9 Cf. 185al3-14, donde se da por supuesto la existencia de la naturaleza y del movimiento por<br />
ser una evidencia de la experiencia (ek tés epa-gógés). Como no se trata de la naturaleza o del<br />
movimiento inteligible (en sentido platónico), sino de la realidad física del movimiento en cuanto<br />
resultado de la naturaleza de las cosas y de su interacción mutua, querer deducir su existencia desde<br />
principios inteligibles es una tarea imposible. Por lo demás, como se dirá en 254a27-30, dudar de<br />
que existe el movimiento significa admitirlo, pues el pensar es ya un movimiento.<br />
113 10 to protón enypárchon expresa aquí la materia primera, pero, como indica Ross, «primera» con<br />
el sentido de próxima o inmediata, como lo indican los ejemplos puestos, al igual que en el texto<br />
paralelo de Met. 1014b27: «aquello primero informe e incapaz de cambiar por su propia potencia<br />
(dynamis) de lo cual es o llega a ser un ente natural». Platón la conceptuó como «aquello en lo cual<br />
algo llega a ser» (to en hoi gignetai. Tim. 50d), y <strong>Aristóteles</strong> como «aquello de lo cual» (to ex hoú),<br />
admitiendo que en cierto modo la naturaleza es materia.<br />
114 11 Sobre el sofista Antifonte véase GUTHRIE, Hist. fil. gr., III, págs. 201-203.<br />
115 12 Sobre la putrefacción (sepedón) como explicación de cierto tipo de morfogénesis véase el<br />
tratado hipocrático Sobre las carnes, 3, y PLATÓN, Fedón 96b (véase también LAÍN ENTRALGO, Med.<br />
hipocr., pág. 114). En cuanto a la generación espontánea mediante la putrefacción y la acción del<br />
sol (creencia que se mantuvo en Europa hasta el siglo xviii), véase Repr. de los an. III 10 (cf.<br />
también Met. 1032al2).<br />
116 13 En cuanto a los elementos como naturaleza última de las cosas, se estaría refiriendo con el<br />
fuego a Heráclito e Hipaso, con la tierra quizás a Hesíodo, con el aire a Anaxímenes y Diógenes de<br />
Apolonia; en cuanto a «varios de estos elementos» acaso se refiera a Parménides (Met. 984b4.<br />
986b33), y «con todos ellos» a Empédocles (Met. 984a8). En todas estas referencias physis seria la