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Aristóteles - Física (pdf) - La Caverna

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cosa pueden concurrir multitud de accidentes. Así pues, como se ha dicho,<br />

cuando en las cosas que 30 suceden para algo concurren tales accidentes se<br />

dice entonces que éstos son debidos a la casualidad o a la suerte. (<strong>La</strong><br />

diferencia entre una y otra la determinaremos más adelante; de momento<br />

queda claro que ambas se refieren a las cosas que suceden para algo.) Así, por<br />

ejemplo, si lo hubiera sabido el acreedor habría ido a determinado lugar<br />

cuando su deudor estaba recibiendo allí un dinero; pero, aunque no fue 35<br />

con ese propósito, por accidente recuperó su dinero cuando llegó a ese lugar.<br />

Y, aunque suela frecuentarlo, lo que ocurrió no fue por necesidad ni porque<br />

así suceda en la mayoría 197a de los casos. El fin, recuperar lo que se le debe,<br />

no es una de las causas presentes en él, sino un objeto de elección 157 y un<br />

resultado del pensamiento; se dice entonces que fue allí fortuitamente. Pero si<br />

por elección y con tal propósito hubiese ido a ese lugar, recuperando su<br />

dinero siempre o la mayoría de las veces, en tal caso no se podría hablar de<br />

un 5 hecho fortuito. Vemos entonces que la suerte es una causa accidental que<br />

concurre en las cosas que se hacen para algo y que son objeto de elección. Por<br />

eso el pensamiento y la suerte se refieren a un mismo orden, ya que no hay<br />

elección sin pensamiento.<br />

<strong>La</strong>s causas de lo que sucede como resultado de la suerte son, pues,<br />

necesariamente indeterminadas. De ahí que se piense que la suerte es algo<br />

indeterminado o inescrutable 158para el hombre, pero también se puede<br />

pensar que nada su- 10 cede debido a la suerte. Y todo esto que se dice está<br />

justificado, ya que hay buenas razones para ello. Porque en cierto sentido hay<br />

hechos que provienen de la suerte, pues los hay que suceden<br />

accidentalmente, y la suerte es una causa accidental. Pero en sentido estricto<br />

la suerte no es causa de nada. Así, la causa de una casa es el que la construye,<br />

pero accidentalmente lo es el flautista; y en el caso del hombre 15 que fue a la<br />

plaza y recuperó su dinero, sin haber ido con ese propósito, un número<br />

157<br />

54 Cf. Etica Nicomaquea 1139a33-35 (sobre el concepto de proáiresis, elección, véase Ét. Nic.<br />

III 2).<br />

158 55<br />

<strong>La</strong> tyche como algo oscuro (adelos) que escapa a la inteligencia humana seria un éndoxon de<br />

origen atomista. Aecio atribuye a Demócrito (y también a Anaxágoras) casi las mismas palabras<br />

que encontramos aquí (cf. DK 59 A 66). Pero la tyche en los atomistas hay que entenderla según su<br />

tesis de la necesidad: lo que tomamos como producto de la tyche respondería en realidad a un<br />

complejísimo entramado de innumerables causas necesarias, tantas que su determinación y<br />

predicción estarían fuera del alcance de la comprensión humana. E! otro éndoxon («la tyche no es<br />

causa de nada») sería también de origen atomista (cf. LEUCIPO, DK 67 A 2: «nada sucede maten», y<br />

DEMOCRITO, DK 68 A 1 19: «Los hombres han inventado la imagen de la tyche como excusa para<br />

su propia irreflexion>>)·

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