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es<br />

del resto del árbol, y no son cansadas, como ban pensado<br />

algunos, por picaduras de insectos, heridas, agallas , etc.,<br />

sino naturales á la raiz: son otros tantos sitios para las rai­<br />

ces nuevas, que saldrán de aili en adelante; son unos bo­<br />

tones verdaderos, que solo esperan el momento de abrir­<br />

se. También los hay en las ramas nuevas que brotan de­<br />

bajo de la corteza, y que no se deben confundir con las<br />

agallas huecas, que son obra de los insectos y que les sir­<br />

ven de guarida : las primeras indican vigor , y las segun­<br />

das concurren á esquilmar el olivo.<br />

Cuando se arranca para trasplantar el olivo, hay la<br />

bárbara costumbre de no dejarle mas que su cepa, sepa­<br />

rando de ella todas las raices; pero de esto ya trataremos<br />

después. Estos pedazos de raices se deben conservar con<br />

cuidado para formar de ellas almácigas, dividiéndolas eu<br />

una lonjitud de nueve á diez pulgadas, y enterrándolas á<br />

la profundidad de cuatro á cinco. Ningún método me ha<br />

salido mejor.<br />

Por la supresión del tronco.<br />

Cuando se ve un tronco hueco y podrido enteramente,<br />

cuando la savia sube con dificultad á las ramas , cuando el<br />

árbol anuncia su decrepitud; en fin, cuando el olivo se<br />

quema ó troncha por una manga de fuego ó viento, en­<br />

tonces es tiempo de cortarle. Si se hace esta operación á<br />

flor de tierra, y se cubre la herida con una ó dos pulga­<br />

das de tierra fina y buena. De este modo la corteza forma<br />

poco á poco repulgo, y cuando una porción de la herida<br />

cubre toda la circunferencia de este repulgo, salen brotes

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