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Contacto - Carl Sagan

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Vay gay le gustaba tanto despotricar, por lo general no solía polemizar con él.

—Tomemos también esta frase: estar enamorado « de la cabeza a los pies»

—continuó él—. Es una expresión muy común, ¿verdad? Pero es exactamente al

revés. Lo habitual es que uno esté con la cabeza sobre los pies. Cuando nos

enamoramos, nos sentimos trastocados, ¿no? Tú deberías saber bien lo que se

siente al enamorarse. Sin embargo, la persona que acuñó la expresión no conocía

el amor. Suponía que uno anda caminando como siempre, en vez de sentirse

flotando boca abajo en el aire, como la obra de ese pintor francés… ¿cómo se

llamaba?

—Era ruso —respondió Ellie. Marc Chagall le daba en ese momento

oportunidad de escapar de una conversación que se estaba volviendo densa. Más

tarde Ellie se preguntó si Vay gay le estaría tomando el pelo o sólo deseaba

sonsacarle una respuesta. Quizás hubiese reconocido en forma inconsciente los

fuertes lazos que la unían con Der Heer.

La actitud algo esquiva de Der Heer tenía una explicación. Él era un asesor

presidencial que le estaba dedicando una enorme cantidad de tiempo a un tema

inédito, delicado. Por tanto, enamorarse de una de las principales ejecutoras de la

idea constituía un riesgo. Como la Presidenta esperaba de él un juicio imparcial,

debía ser capaz de recomendar cursos de acción que Ellie no deseara, e incluso

propiciar que se rechazaran medidas propuestas por ella. En cierto sentido, el

hecho de enamorarse de Ellie comprometería su eficacia.

Para ella, la situación era aún más complicada. Antes de adquirir la

respetabilidad que le confería el cargo de directora de un importante

observatorio, había tenido varias parejas. Si bien llegó a sentirse enamorada,

jamás la tentó la idea del matrimonio. Recordaba vagamente un cuarteto —¿era

de William Butler Yeats?— que en otras épocas utilizó para consolar a sus

desdichados amantes porque, como siempre, ella decidía poner fin a la relación.

Dices que no hay amor, mi amor,

a menos que dure para siempre.

Tonterías; hay episodios

mucho mejores que la obra entera.

No se olvidaba de lo encantador que era John Staughton cuando cortejaba a

su madre y lo rápido que abandonó esa pose no bien se convirtió en su padrastro.

Después de casarse con un hombre, éste podía sacar a luz una personalidad de

monstruo, hasta ese entonces oculta. Pensó que sus propias inclinaciones

románticas la volvían vulnerable. Estaba decidida a no cometer el mismo error

de su madre. También sentía un profundo miedo de enamorarse sin reservas, de

entregarse por entero a alguien que luego le fuese arrebatado. O que

simplemente la abandonara. Por eso, no enamorándose de un hombre jamás

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