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servicios de inteligencia, mujeres hermosas…
—¿Por qué me da la sensación de que el sexo ocupa uno de los primeros
puestos entre los productos que se importan de la Tierra? —preguntó Ellie, sin
mucho agrado.
—Porque es así, y debido a múltiples razones; entre ellas, la clientela, la
belleza de este lugar… Sin embargo, el principal motivo es la gravedad cero, que
le permite a uno hacer a los ochenta años cosas que ni siquiera creía posibles a
los veinte. Tendría que venir a pasar unas vacaciones aquí… con su novio.
Tómelo como una invitación formal de mi parte.
—Noventa —sentenció Yamagishi.
—¿Cómo?
—Que se pueden hacer a los noventa años cosas que ni se soñaban a los
veinte; eso decía Yamagishi. Por eso todos quieren instalarse aquí.
Cuando llegó el café, Hadden volvió a tratar el tema de la Máquina.
—Yamagishi-san y y o nos hemos asociado con otras personas. Él es
presidente honorario del directorio de Industrias Yamagishi que, como usted sabe,
es el principal contratista para la puesta a prueba de la Máquina, en Hokkaido.
Ahora bien; para que se imagine nuestro problema le voy a dar un ejemplo.
Pensemos en las tres cápsulas concéntricas. Están hechas de una aleación de
niobio y obviamente la intención es que giren en tres direcciones ortogonales, a
alta velocidad, en un vacío. Benzels, se las llama. Todo esto usted ya lo sabe,
desde luego. ¿Qué pasa? Los más prestigiosos físicos aseguran que no ocurrirá
nada, pero claro, nadie hizo el experimento, de modo que no puede saberse.
Supongamos que algo sucede cuando se ponga en funcionamiento la Máquina.
¿De qué dependerá? ¿De la velocidad de rotación? ¿De la composición de los
benzels? ¿Será una cuestión de escala? Nosotros hemos fabricado estas cosas, en
escala y en su verdadero tamaño. Queremos hacer girar nuestra propia versión
de los benzels grandes, los que se acoplarán a los demás componentes de la
Máquina. Supongamos que lo hacemos y no ocurre nada raro. Después, vamos a
querer ir agregándole los componentes de a uno, en un trabajo de integración de
sistemas. Imagínese si, en el momento de incorporar uno de los componentes —
no el último—, la Máquina reacciona de manera sorprendente. El único interés
que nos anima es poder entender cómo funciona la Máquina. ¿Ve adónde quiero
llegar?
—¿Dice usted que están montando en secreto una réplica fiel de la Máquina
en Japón?
—Bueno, no es exactamente un secreto. Estamos poniendo a prueba cada
componente, pero nadie dijo que hubiera que hacerlo de a uno por vez. Le cuento
lo que Yamagishi-san y yo proponemos: cambiaríamos las fechas fijadas para
los experimentos de Hokkaido. Haríamos una integración total de sistemas, y si no
pasa nada, comenzaríamos después la verificación de cada componente en