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estuvieran, aunque sólo fuera un poco, más atrasados, carecerían por completo
de la capacidad tecnológica como para comunicarse con nosotros. Así pues, lo
más probable era que la señal se hubiera originado en una civilización mucho
más avanzada. A lo mejor tenían la habilidad de componer melódicas fugas: el
contrapunto sería el tema escrito al revés. No, decidió. Si bien eso era, sin lugar a
dudas, la labor de un genio —cosa que por supuesto ella no sabía hacer—, se
trataba de una minúscula extrapolación de aquello que los seres humanos eran
capaces de hacer. Bach y Mozart habían realizado valiosos intentos en ese
sentido.
Procuró dar un salto más largo para adentrarse en la mente de alguien
increíblemente más inteligente que ella, que Drumlin, o incluso que Eda, el joven
físico nigeriano que acababa de ganar el premio Nobel, pero le fue imposible.
Podía imaginar que demostraba el último teorema de Fermat o la conjetura de
Goldbach con sólo algunas ecuaciones; podía plantearse problemas que nos
superaban totalmente y que debían de ser muy sencillos para ellos, pero no podía
introducirse en su mente. No podía adivinar en qué forma pensaba un ser
sumamente más capaz que el hombre. Desde luego. ¿Acaso no lo sabía? Era
como tratar de visualizar un nuevo color primario o un mundo en el cual uno
pudiera reconocer a varios centenares de personas sólo por el olor de cada una…
Podía hablar sobre eso, pero no podía experimentarlo. Por definición, debe de ser
tremendamente difícil entender el comportamiento de un ser muy superior a
uno. Pero así y todo, ¿por qué usar sólo números primos?
Los radioastrónomos de Argos averiguaron en esos días que Vega posee un
movimiento conocido, un componente conocido de su desplazamiento en
dirección a la Tierra o alejándose de ella, y un componente conocido
lateralmente, a través de la esfera celeste, contra el fondo que suministran
estrellas más distantes. Los telescopios de Argos, trabajando juntamente con los
radioobservatorios de Virginia del Oeste Occidental y Australia, habían
determinado que la fuente emisora se desplazaba con Vega. Según los minuciosos
cálculos efectuados por ellos, la señal provenía no sólo del lugar que ocupaba
Vega en el firmamento sino que también poseía los movimientos peculiares y
característicos de Vega. A menos que se tratara de un engaño de notables
proporciones, los impulsos de números primos procedían del sistema de Vega. No
había ningún efecto Doppler adicional debido al movimiento del transmisor,
quizás unido a un planeta, alrededor de Vega. Los extraterrestres habían previsto
el movimiento orbital. A lo mejor era una especie de cortesía interestelar.
—Es la cosa más maravillosa de que yo hay a tenido noticias jamás, aunque
no tiene nada que ver con lo nuestro —comentó un funcionario de la Agencia de
Proyectos Avanzados de Investigación sobre Defensa, cuando se aprestaba para
regresar a Washington.
Apenas se verificó el descubrimiento, Ellie asignó a un puñado de telescopios