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Contacto - Carl Sagan

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computadora. Mediante la conducción ósea, Ellie podía sentir, además de oír, un

rugido cada vez que el dodecaedro rozaba contra la pared. Levantó la voz para

hacerse oír.

—¿Tienes idea de lo que sucede?

—Ni la más mínima —respondió él, a gritos—. Casi podría demostrar que no

está ocurriendo nada. ¿Conoces las coordenadas de Boyer-Lindquist?

—No; lo siento.

—Después te las explico.

Se alegró de que, para él, fuese a haber un « después» .

Ellie percibió la desaceleración antes de verla, como si acabaran de bajar

una pendiente en una montaña rusa y hubieran iniciado el lento ascenso de otra

loma. En el momento previo a la desaceleración, el túnel había realizado una

serie de zigzagueos. No se percibía cambio alguno en la tonalidad ni el brillo de la

luz que los rodeaba. Ellie tomó la cámara, acomodó la lente para una distancia

focal larga, lo más lejos que pudo, pese a lo cual sólo divisó la curva siguiente del

sinuoso camino. Ampliada, la textura de la pared le pareció compleja, irregular

y, por un momento, vagamente fluorescente.

El dodecaedro redujo considerablemente la velocidad, y no se vislumbraba

aún el final del túnel. Ellie puso en duda que pudiesen llegar a destino. ¿No habría

habido un error de cálculo en el diseño? Tal vez se hubiese construido la Máquina

con una minúscula imperfección, y aquello que en Hokkaido pareciera un

defecto tecnológico aceptable, podría condenar la misión al fracaso allí en…

dondequiera que estuviesen. Al contemplar la nube de finas partículas que los

seguía —y en ocasiones se les adelantaba—, pensó si no habrían chocado contra

las paredes más veces de lo permitido, perdiendo así el impulso que requería el

diseño. El espacio entre el dodecaedro y las paredes era ya muy estrecho. A lo

mejor permanecerían atascados en esa tierra de nunca jamás, y languidecerían

hasta que se les acabara el oxígeno. ¿Era posible que los veganos se hubiesen

tomado semejantes molestias para después olvidarse de que necesitamos

respirar? ¿Acaso no habían reparado en la multitud de enfervorizados nazis?

Vay gay y Eda estaban dedicados por completo a los misterios de la física

gravitacional: los tuistores, la propagación de espectros, los vectores de Killing, el

reenfoque geodésico y, por supuesto, la propia y diferente teoría de Eda sobre la

superunificación. Bastaba verlos para darse cuenta de que no habían sacado en

limpio ninguna explicación, aunque quizás al cabo de unas horas lograran avanzar

en la resolución del problema. La superunificación abarcaba prácticamente todos

los aspectos de la física que se conocían en la Tierra; por eso costaba creer que

ese… túnel no fuese una solución, hasta ese entonces no descubierta, de las

ecuaciones de campo de Eda.

—¿Alguien vio una singularidad desnuda? —preguntó Vaygay.

—No sé qué aspecto tienen —respondió Devi.

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