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suprimir tales juegos por considerarlos demasiado violentos. Autorizan un nuevo
rascacielos sabiendo de antemano que morirán dos o tres obreros de la
construcción, cosa que también lo saben los sindicatos, y el propósito no es más
que edificar oficinas para compañías petroleras o para abogados de Beverly
Hills. Claro que perderíamos a algunos luchadores, pero nos interesan más el
tridente y la red que la espada corta. Esos legisladores no tienen idea de las
prioridades.
Sonriendo, le ofreció algo de beber, y ella volvió a rehusar.
—Así que quiere hablar conmigo por el asunto de la Máquina, y y o también
quiero conversar con usted sobre el mismo tema. Supongo que le interesa saber
dónde está la cartilla de instrucciones.
—Hemos decidido solicitar ay uda a personas importantes que puedan darnos
alguna idea. Como usted es famoso por sus inventos, y dado que pudimos
descubrir la repetición del Mensaje gracias al circuito integrado de
reconocimiento de contexto, de creación suy a, le pedimos que se ponga en el
lugar de los veganos y piense, desde esa perspectiva, dónde incluiría usted la
cartilla. Sabemos que está muy ocupado, y…
—No, no tiene importancia. Sí, estoy muy ocupado. Me he propuesto
regularizar mis cosas porque voy a tener un gran cambio en mi vida…
—¿Se prepara para el Milenio? —Trató de imaginarlo donando S. R. Hadden
y Compañía, la financiera de Wall Street Ingeniería Genética S. A.; Cibernética
Hadden, y Babilonia a los pobres.
—No exactamente, no. Para mí es un honor que se me consulte. Estuve
observando los diagramas. —Señaló con un ademán los ocho tomos de la edición
comercial, desparramados sobre una mesa—. Encontré muchas cosas que son
una maravilla, pero no creo que las instrucciones estén ocultas allí, en los
diagramas. No sé por qué suponen que deben hallarse dentro del Mensaje. A lo
mejor las dejaron en Marte o en Plutón, y las descubriremos dentro de unos
siglos. Por el momento, tenemos esta Máquina fabulosa, sus correspondientes
planos y treinta mil páginas de texto explicatorio. Lo que no sabemos es si vamos
a ser capaces de construirla; por eso, esperemos unos siglos y perfeccionaremos
nuestra tecnología, en la certeza de que, tarde o temprano, podremos construirla.
El hecho de no contar con la cartilla de instrucciones nos comprometerá con las
generaciones futuras. El hombre recibe un problema que demorará siglos en
resolver, y no creo que eso sea tan malo. Quizá sea un error buscar las
instrucciones, y hasta sería mejor no encontrarlas.
—No; y o quisiera tenerlas y a mismo. No sabemos si van a esperarnos
eternamente. Si cortan la comunicación porque nadie les responde, sería mucho
peor que si jamás nos hubiesen llamado.
—Tal vez en eso tenga razón. Bueno, yo traté de analizar todas las
posibilidades que se me ocurrieron, algunas de ellas bastante triviales y otras no.