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Contacto - Carl Sagan

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perderlo; tampoco desaparecería. Si realmente había un mensaje oculto en π,

podía esperarla toda una eternidad.

Siguió observando el sobre, pero el ruido de la campana la molestaba. Si de

veras había algún contenido dentro de un número irracional, éste debía hallarse

inmerso en la geometría del universo desde el principio. El nuevo proyecto que

había encarado versaba sobre teología experimental. « Pero lo mismo rige para

toda la ciencia» , pensó.

NO SE ALEJE, le indicó la computadora en la pantalla del telefax.

Pensó en su padre… bueno, en esa copia fiel a su padre… en los Guardianes

y su red de túneles que cruzaban la Galaxia. Ellos habían presenciado el origen y

desarrollo de la vida en millones de mundos. Construían galaxias, clausuraban

sectores del universo. Eran capaces, al menos en cierta medida, de viajar a

través del tiempo. Eran dioses, que estaban más allá de la imaginación de casi

todas las religiones. Pero también tenían sus limitaciones. No fueron ellos quienes

construy eron los túneles, ni tampoco estaban en condiciones de hacerlo. No

habían insertado el mensaje dentro del número irracional, y ni siquiera podían

descifrarlo. Los fabricantes del Túnel, los que inscribieron algo en π, eran otros

seres, que y a no vivían allí, que se habían marchado sin dejar su nuevo domicilio.

Cuando ellos partieron —supuso—, los que habrían de ser los futuros Guardianes,

se convirtieron en hijos abandonados. Como ella.

Recordó la hipótesis de Eda en el sentido de que los túneles eran agujeros de

gusano, distribuidos a intervalos convenientes alrededor de numerosas estrellas de

ésta y otras galaxias. Si bien se asemejaban a los agujeros negros, poseían

diferentes propiedades y un origen distinto. No carecían por completo de masa

puesto que ella los había visto producir estelas gravitacionales en los residuos del

sistema de Vega. Y a través de ellos, seres y naves de diversa especie recorrían

la Galaxia.

Agujeros de gusano. En el argot de la física teórica, el universo era una

manzana en cuy o interior se entrecruzaban innumerables pasadizos. Para un

bacilo que habitaba en la superficie, se trataba de un milagro, pero un ser

instalado fuera de la manzana, quizá no se impresionaría tanto. Desde esa

perspectiva, los fabricantes del Túnel eran tan sólo algo molesto, incómodo. Pero

si ellos son gusanos, ¿qué somos nosotros?

La computadora de Argos había profundizado el estudio de π, mucho más que

persona o máquina alguna de la Tierra, aunque no había llegado tan lejos como

los Guardianes. Es muy pronto —pensó— para que se nos presente el mensaje

nunca descifrado sobre el cual me habló Theodore Arroway aquel día en la

play a. A lo mejor eso no era más que un avance para publicitar futuras

atracciones, una voz de aliento para proseguir con la exploración, para que los

humanos no perdieran el ánimo. Fuese lo que fuere, no podía tratarse del

mensaje que preocupaba a los Guardianes. Tal vez hubiera mensajes sencillos, y

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