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—A lo mejor les apasiona hacer bien las cosas, tal vez pretendan hacer
alardes.
—No entiendo —dijo Devi— cómo pueden conocer tan minuciosamente
nuestras puertas. Hay tantos modos distintos de hacer una puerta. ¿Cómo pudieron
saberlo?
—Quizás a través de la televisión —contestó Ellie—. Vega recibió señales
televisivas de la Tierra hasta… más o menos 1974. Bien —continuó, como si no
fuera a cambiar de tema—, ¿qué creen que pasaría si la abriéramos y
entráramos?
—Si nos han traído aquí para evaluarnos —señaló Xi—, lo más seguro es que
del otro lado esté la Prueba, una para cada uno de nosotros.
Al ver que se sentía listo, Ellie deseó poder estarlo ella también.
Las sombras de las palmeras caían y a sobre la playa. En silencio se miraron
unos a otros. Los cuatro parecían ansiosos por abrir la puerta y pasar; ella era la
única… que se resistía. Le preguntó a Eda si no quería entrar él primero.
Eda se quitó la gorra, hizo una leve reverencia, se volvió y enfiló hacia la
puerta. Ellie corrió a su lado, lo abrazó y le dio un beso en cada mejilla. Los
demás lo abrazaron también. Eda se volvió una vez más, abrió la puerta, entró y
desapareció en el aire, primero su pie y por último su mano. Por la puerta
entornada sólo se divisó la prolongación de la play a. Luego la puerta se cerró.
Ellie fue al otro lado, pero no halló rastro de su amigo.
El siguiente fue Xi. A Ellie le impresionaba lo dóciles que estaban todos, esa
disposición para aceptar al instante cualquier invitación anónima. « Podrían
habernos informado adónde nos llevaban y para qué es esto» , pensó. « Pudieron
explicarlo dentro del Mensaje mismo, o enviar la información luego de que se
activara la Máquina. Podrían habernos dicho que íbamos a recalar en una
perfecta imitación de una play a terráquea y que nos habríamos de encontrar con
una puerta» . Cierto era que, por adelantados que fuesen, los extraterrestres no
debían de tener conocimientos profundos del inglés con sólo haberlo oído por
televisión. Su dominio del ruso, el mandarín, el tamil y el hausa debía de ser
incluso más rudimentario. Pero ya que habían inventado el lenguaje para
emplear en la cartilla de instrucciones, ¿por qué no lo utilizaban? ¿Sólo para
mantener el suspenso?
Al verla con la vista fija en la puerta cerrada, Vay gay le preguntó si quería
entrar ella a continuación.
—Gracias, Vay gay, pero estaba pensando algo que quizá te parezca una
locura. ¿Por qué tenemos que hacer todo lo que nos indican? ¿Y si rehusamos
seguir sus órdenes?
—Ellie, eres tan norteamericana. Yo estoy muy acostumbrado a hacer lo que
me sugieren las autoridades, en especial cuando no me queda otra alternativa. —
Sonriendo, giró sobre sus talones.