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donde decían que se guardaban en congeladoras los cuerpos de cuatro ocupantes
de un platillo volante que se había estrellado en 1947 en la Tierra. En la India se
informaba sobre nuevas apariciones de Visnú, y de Amida Buda en Japón. En
Lourdes se producían centenares de curas milagrosas. Una nueva secta ingresó
en Australia, procedente de Nueva Guinea, que predicaba la construcción de
réplicas de radiotelescopios para atraer las dádivas de los extraterrestres. La
Unión Mundial de Librepensadores consideró que el Mensaje constituía una
prueba de la no existencia de Dios. La Iglesia mormona habló de una segunda
revelación del ángel Moroni.
Diferentes grupos lo tomaron como muestra de muchos dioses, de uno o de
ninguno. Había quienes predecían el Milenio para 1999, como inversión
cabalística de 1666, el año que Sabbatai Zevi había fijado para su milenio; otros
optaban por 1996 o 2033, el supuesto aniversario número dos mil del nacimiento
o la muerte de Jesús. El gran ciclo de los antiguos mayas habría de culminar en
el año 2011, fecha en que, según esa tradición cultural independiente, terminaría
el cosmos. La predicción may a y el milenarismo cristiano estaba produciendo
una suerte de locura apocalíptica en México y América Central. Algunos
milenaristas que creían en las primeras fechas, habían comenzado a donar su
fortuna a los pobres, en parte porque dentro de poco tiempo ésta carecería de
valor, y en parte como forma de sobornar a Dios antes de la Venida.
El fanatismo, el temor, la esperanza, el ardiente debate, la oración callada, la
generosidad ejemplar, la intolerancia estrecha de miras y la necesidad profunda
de nuevas ideas, todo era como una epidemia que recorría febrilmente la
superficie del minúsculo planeta Tierra. De este poderoso fermento, Ellie creía
ver surgir lentamente la actitud de reconocer que el mundo era sólo un hilo de un
vasto tapiz cósmico. Entretanto, el Mensaje resistía todo intento por descifrarlo.
En uno de los canales combativos, Vay gay, ella, Der Heer —y en menor
medida, Peter Valerian— eran acusados de diversos delitos, como por ejemplo,
ser ateos y comunistas, y de guardarse el Mensaje para sí mismos. Para Ellie,
Vay gay no era demasiado comunista, y Valerian poseía una profunda y
compleja fe cristiana. Si tenían suerte de decodificar el Mensaje, ella estaba
dispuesta a entregárselo personalmente a ese mojigato comentarista de
televisión. Sin embargo, Dave Drumlin, el hombre que había descifrado los
números primos y la filmación de las Olimpíadas, era calificado como héroe.
Ésa era la clase de científicos que precisaban. Ellie lanzó un suspiro y volvió a
cambiar de estación.
Sintonizó entonces TABS, el Turner-American Broadcasting System, la única
red comercial que sobrevivió hasta el advenimiento de las emisiones directas por
satélite y el cable de ciento ochenta canales. En ese canal, Palmer Joss realizaba
una de sus escasas apariciones por televisión. Ellie reconoció de inmediato su voz
potente, su aspecto atractivo aunque algo desaliñado, las oscuras ojeras que