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Contacto - Carl Sagan

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había indicios para suponer que los soviéticos fuesen los autores del sabotaje. Por

el contrario, y a que a los dos países se les había asignado el mismo número de

tripulantes, había un enorme incentivo para apoy ar la terminación de la Máquina

norteamericana. « Si nuestra tecnología está en un nivel tres —explicaba el

Director de Inteligencia Central—, y el enemigo y a se encuentra en el nivel

cuatro, uno se alegra cuando, de pronto, surge la tecnología de nivel quince,

siempre y cuando tengamos igual acceso a ella, y recursos adecuados» . Muy

pocos funcionarios estadounidenses culpaban a los rusos por el sabotaje, tal como

lo expresó públicamente la Presidenta en más de una ocasión. Pero los viejos

hábitos son difíciles de erradicar.

« Ningún grupo de insensatos, por organizados que estén, podrá desviar a la

humanidad de su histórico derrotero» , declaró la Presidenta. En la práctica, sin

embargo, era muy difícil llegar a un consenso nacional y a que, a raíz del

sabotaje, volvían a ponerse sobre el tapete todas las objeciones surgidas

anteriormente. La perspectiva de que los rusos terminaran antes su Máquina fue

lo único que alentó a los norteamericanos a proseguir.

La señora de Drumlin quería una ceremonia sencilla para las exequias de su

marido, pero en esa cuestión, como en muchas otras, no pudo llevar a cabo sus

deseos. Gran número de físicos, funcionarios de Estado, radioastrónomos, buzos

aficionados, entusiastas del acuaplano y la comunidad mundial de SETI,

quisieron estar presentes. Primero se pensó realizar un funeral en la catedral de

San Juan el Divino, de Nueva York, por ser la única iglesia del país de tamaño

adecuado, pero la mujer de Drumlin ganó una pequeña victoria al lograr que se

efectuara al aire libre, en Missoula (Montana), la ciudad natal de su marido. Las

autoridades aceptaron la decisión porque Missoula les simplificaba los problemas

vinculados con la seguridad.

A pesar de que Valerian no resultó herido con heridas graves, los médicos le

aconsejaron no asistir el entierro; no obstante, desde un sillón de ruedas pronunció

uno de los discursos de despedida. El genio de Drumlin, dijo Valerian, residía en

saber qué preguntas debía formular. Había encarado escépticamente el problema

de SETI, porque el escepticismo y acía en el corazón de la ciencia. Una vez que

quedó claro que se estaba recibiendo un Mensaje, no hubo nadie más dedicado ni

más imaginativo que él, para emprender la decodificación. En representación de

la Presidenta, el subsecretario de Defensa Michael Kitz puso de relieve las

cualidades de Drumlin, su calidez, la importancia que daba a los sentimientos de

los demás, su inteligencia, su notable habilidad para los deportes. De no haber

mediado ese cobarde y trágico atentado, Drumlin habría pasado a la historia

como el primer norteamericano que llegó a otra estrella.

Ellie no quería ser uno de los oradores, le advirtió a Der Heer. Nada de

entrevistas. Quizás algunas fotos porque sabía lo importantes que eran las

fotografías. No se tenía confianza como para decir lo que correspondía. Si bien

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