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Contacto - Carl Sagan

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entiendo perfectamente que le tenga desconfianza. No obstante, lo que él dice no

es tan desatinado.

—¿Conoce bien a Kitz?

—He participado con él en algunas reuniones, pero eso no me basta para

asegurar que lo conozco. Ellie, si hay una posibilidad de recibir un mensaje

verdadero, ¿no sería buena idea despejar un poco la multitud?

—Sí, claro. Deme una mano con los inútiles de Washington.

—De acuerdo. Y si deja ese documento en su escritorio, puede entrar alguien

y sacar conclusiones equivocadas. ¿Por qué no lo esconde en alguna parte?

—¿Va a ay udar?

—Si la situación se mantiene como hasta ahora, la ay udaré. No vamos a

esforzarnos demasiado si a esto, al final, lo clasifican como confidencial.

Sonriendo, Ellie se arrodilló delante de su pequeña caja fuerte y pulsó la

combinación de seis dígitos: 314159. Echó un último vistazo al documento con

grandes caracteres negros ESTADOS UNIDOS C/ HADDEN CYBERNETICS, y

luego lo guardó.

El grupo estaba formado por una treinta personas, incluidos técnicos,

científicos vinculados con el proy ecto Argos y altos funcionarios

gubernamentales, como el subdirector de la Agencia de Inteligencia, vestidos de

civil. Entre ellos se hallaba Valerian, Drumlin, Kitz y Der Heer. Ellie era la única

mujer. Habían instalado un inmenso proy ector de televisión, enfocado sobre una

pantalla de dos metros cuadrados. Ellie se dirigía simultáneamente al grupo y a la

computadora de descifrado, con los dedos apoy ados sobre el panel que tenía ante

sí.

—A través de los años nos hemos preparado para que la computadora

decodifique grandes cantidades de posibles mensajes. Acabamos de enterarnos

por el análisis del doctor Drumlin de que existe información en la polarización

modulada. Todos esos cambios frenéticos entre izquierda y derecha significan

algo. No se trata de un ruido aleatorio. Es como si tiráramos una moneda. Por

supuesto, esperaríamos sacar tantas veces cara como cruz, pero en cambio

obtenemos el doble de caras que de cruces. Esto nos llevaría a la conclusión de

que la moneda está cargada o, en nuestro caso, que la modulación de la

polarización no es aleatoria, que tiene contenido… Ah, miren eso. Lo que la

computadora acaba de decirnos es aún más interesante. La secuencia precisa de

caras y cruces se repite… Es una secuencia larga, de modo que el mensaje es

sumamente complejo; la civilización emisora seguramente quiere cerciorarse de

que lo recibamos con precisión.

» Aquí tienen. ¿Ven? Se trata de la primera repetición del mensaje. Cada bit

de información, cada punto, cada ray a es idéntico a lo que recibimos en el

primer bloque de datos. Entonces analizamos la cantidad total de bits y obtuvimos

un número de decenas de miles de millones. Y ¡oh, casualidad! Es el producto de

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