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siempre expuesta a transgredir alguna ley. Esto suele ocurrir porque las ley es
viejas no se han puesto a la par de la tecnología moderna. Se pierde mucho
tiempo con los juicios, y eso disminuy e el rendimiento. Pero todo esto —con un
amplio ademán abarcó la Mansión y la Tierra— no pertenece a ningún país. Los
propietarios de la Mansión somos mi amigo Yamagishi, y o y algunos otros. No
puede ser nada ilegal surtirme de alimentos y satisfacer mis necesidades
materiales, pero para estar más seguros, nos hemos propuesto trabajar sobre
circuitos ecológicos cerrados. No existe tratado de extradición entre la Mansión y
ninguno de los países de la Tierra. A mí me resulta más… efectivo residir aquí.
» No vay a a pensar que he cometido delito alguno, pero como nos dedicamos
a tantos temas novedosos, preferimos no correr riesgos. Por ejemplo, algunos
creen que fui yo quien saboteó la Máquina, y no toman en cuenta que invertí
cifras descabelladas para intentar construirla. Y usted vio lo que hicieron en
Babilonia. Mis investigadores de seguros consideran que los atentados quizás
hayan sido obra de la misma gente. No sé por qué tengo tantos enemigos; no lo
entiendo, por ser que he hecho tanto bien a la humanidad. Por todo esto supongo
que lo mejor es que y o viva aquí.
» Ahora bien; era sobre la Máquina que quería hablar con usted. La catástrofe
de la clavija de erbio fue terrible… Realmente siento muchísimo la muerte de
Drumlin, un hombre tan luchador. Para usted debe de haber sido una conmoción.
¿Seguro que no quiere beber algo?
A Ellie le bastaba con mirar la Tierra y escuchar.
—Sí yo no me desanimé con lo de la Máquina —prosiguió Hadden—, no veo
por qué tenga que desalentarse usted. Tal vez le inquiete la posibilidad de que
nunca se termine la Máquina norteamericana, de que hay a tantas personas
empeñadas en su fracaso. La Presidenta comparte la misma preocupación.
Además, esas fábricas que levantamos, no son meras plantas de montaje. Hemos
estado elaborando productos artesanales y va a ser muy costoso reponer todo lo
que se perdió. A lo mejor piensa que quizás haya sido una mala idea desde el
principio, que fuimos unos tontos en apresurarnos y que convendría efectuar un
análisis global. Y aunque no se plantee todo esto, sé que la Presidenta sí lo piensa.
» Por otra parte, si no lo hacemos pronto, temo que jamás podamos llevarlo a
cabo. No creo que la invitación quede en pie eternamente.
—Me sorprende que lo diga, porque precisamente de eso conversábamos con
Valerian y Drumlin en el momento previo al accidente. Al sabotaje —se corrigió
—. Continúe, por favor.
—Casi todas las personas con convicciones religiosas, suponen que este
planeta es un experimento; en eso se resumen sus creencias. Siempre hay algún
dios que fisgonea, que se mete con las esposas de los mercaderes, que entrega
tablas de la ley en una montaña, que nos ordena mutilar a nuestros hijos, que nos
indica qué palabras podemos decir y cuáles no, que nos hace sentir culpa por el