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Contacto - Carl Sagan

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de cierto tiempo se puede establecer un promedio. Cada cifra —0, 1, 2, 3, 4, 5, 6,

7, 8 y 9— aparece casi exactamente el diez por ciento de las veces una vez que

se han acumulado suficientes dígitos. Ocasionalmente saldrán varias cifras

iguales y consecutivas. Por ejemplo, 4444, pero no más de lo que cabría esperar

en términos estadísticos. Supongamos que hacemos correr alegremente todas

estas cifras y de pronto nos topamos sólo con cuatros, cientos de cuatros en

hilera. Esa particularidad no puede acarrear, en sí, información alguna, pero

tampoco puede ser una casualidad estadística. Se podrían calcular las cifras de pi

por toda la edad del universo, y si los dígitos son aleatorios, jamás

encontraríamos una serie de cien cuatros consecutivos.

—Esto me recuerda la búsqueda que hicieron ustedes del Mensaje con los

radiotelescopios.

—Sí, lo que pretendíamos hallar era una señal que se distinguiera del ruido,

que no pudiese ser una casualidad de la estadística.

—Sin embargo, no tienen por qué ser cien cuatros, ¿verdad? ¿Podría ser algo

que nos hable?

—En efecto. Supóngase que, al cabo de un tiempo, obtengamos una larga

secuencia sólo de ceros y unos. En tal caso, y como lo hicimos con el Mensaje,

podríamos transformarlo en un dibujo, si lo hay. Es decir, puede ser cualquier

cosa.

—¿Dice usted que podrían decodificar una figura oculta en pi y que resultara

ser una maraña de letras hebreas?

—Por supuesto. Letras grandes y negras, grabadas en piedra.

La miró con aire extraño.

—Perdóneme, Eleanor, pero ¿no le parece que está obrando de una forma

quizá demasiado indirecta? Usted no pertenece a una orden de monjas budistas.

¿Por qué no da a conocer su historia?

—Palmer, si tuviera pruebas concretas, las daría a luz, pero como no las

tengo, la gente como Kitz va a acusarme de mentirosa o de loca. Por eso le

entregué a usted el manuscrito que guarda en su bolsillo. Quiero que lo haga

registrar ante notario, que se selle y lo guarde en una caja de seguridad. Si llega a

pasarme algo, puede publicarlo. Le autorizo para que haga lo que quiera con él.

—¿Y si no le pasa nada?

—¿Si no me sucede nada? Cuando encontremos lo que estamos buscando, ese

manuscrito corroborará mi teoría. Si hallamos pruebas de que existe un doble

agujero negro en el Centro Galáctico, o una inmensa construcción artificial en

Cy gnus A, o un mensaje oculto en pi, esto —le dio una palmadita en el pecho—

me servirá de demostración. Entonces haré oír mi voz. Entretanto… no lo pierda.

—Sigo sin entender —confesó Joss—. Sabemos que el universo se rige por un

orden matemático, la ley de la gravedad y todo eso. ¿Qué diferencia tiene esto?

¿De qué nos serviría saber que existe un orden en las cifras de pi?

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