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procedencia del periodista, la construcción de la Máquina planteaba los mismos
interrogantes en el mundo entero. Luego de la « desilusión» que sufrieron
norteamericanos y soviéticos, ¿estaba contenta de que pudiese fabricarse una
Máquina en Japón? ¿No se sentía aislada en la remota isla de Hokkaido? ¿Le
preocupaba el hecho de que los componentes empleados en Hokkaido hubiesen
sido puestos a prueba más allá de lo que especificaban las estrictas indicaciones
del Mensaje?
Con anterioridad a 1945, ese sector de la ciudad había pertenecido a la
Armada Imperial. Por eso, se veía en las inmediaciones el techo del
Observatorio Naval con sus dos cúpulas plateadas que albergaban telescopios que
aún se utilizaban para llevar un cómputo de la hora.
¿Por qué la Máquina incluía un dodecaedro y tres cápsulas concéntricas
llamadas benzels? Sí, comprendían que ella no lo supiera. Pero ¿qué pensaba?
Ellie respondió que, en esas cuestiones, no convenía emitir una opinión ante la
falta de pruebas. Como ellos insistieron, defendió las virtudes de una actitud de
tolerancia frente a la ambigüedad. En caso de que existiera un verdadero peligro,
¿no sería mejor enviar robots en vez de personas, tal como sugirió un experto
japonés en inteligencia artificial? ¿Llevaría ella algún efecto personal, fotos de
familia, microcomputadoras, una navaja multiuso suiza?
Ellie divisó dos siluetas humanas que accedían al techo del cercano
observatorio. Tenían el rostro en sombras a consecuencia de unas viseras que
llevaban y vestían armaduras acolchadas, típicas del Japón medieval. Blandiendo
garrotes de madera más altos que ellos, se saludaron con una reverencia y
procedieron luego a pegarse golpes, y a tratar de esquivarlos, durante media
hora. Tan hipnotizada se sentía por el espectáculo —que nadie parecía advertir—,
que sus respuestas se volvieron algo pomposas. Los garrotes debían de ser
pesados puesto que el ritmo del combate era lento, como si se tratara de
guerreros del fondo del mar.
¿Conocía a los doctores Lunacharsky y Sukhavati desde muchos años antes de
recibirse el Mensaje? ¿Y a los doctores Eda y Xi? ¿Qué concepto le merecían?
¿Se llevaban bien los cinco? De hecho, en su fuero interno ella se maravillaba de
poder integrar tan selecto grupo.
¿Qué impresión tenía sobre la calidad de los componentes japoneses? ¿Qué
podía decir acerca de la reunión que los cinco mantuvieran con el emperador
Akihito? Las conversaciones con autoridades del budismo y el sintoísmo, ¿tenían
por objeto expreso recabar la opinión del sector religioso antes de que se activara
la Máquina o sólo se trataba de un gesto de cortesía hacia Japón por ser el país
que los había invitado? ¿Consideraba que el artefacto podía ser en definitiva una
especie de Caballo de Troy a o una máquina que habría de provocar el fin del
mundo? Procuró que sus respuestas fuesen amables, sucintas y no polémicas. El
jefe de relaciones públicas del proy ecto, que la había acompañado, se mostraba