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Contacto - Carl Sagan

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aceptó la carga de explicar todo lo concerniente al Mensaje cuando hubo

necesidad de hacerlo. Había puesto de manifiesto una paciencia para con el

periodismo que ella, la Presidenta, le admiraba. La doctora deseaba en ese

momento volver al anonimato para reanudar su labor científica. Ya había habido

anuncios oficiales, comunicados y entrevistas al secretario Kitz y al asesor Der

Heer. Por todo ello, solicitaba al periodismo se respetaran los deseos de la doctora

Arroway en el sentido de no conceder conferencias de prensa. Hubo, sí

oportunidad de tomarle fotografías. Ellie partió hacia Washington sin poder

determinar cuánto era lo que sabía la jefa del Estado.

La enviaron de regreso en un pequeño jet militar, y aceptaron hacer una

escala en Janesville durante el tray ecto. La madre tenía puesta su vieja bata

acolchada, y alguien le había dado un toque de color en las mejillas. Ellie apoy ó

la cara sobre la almohada, junto a su madre. La mujer había recuperado en

parte el habla, y el uso de su brazo derecho, lo suficiente como para darle a su

hija unas palmaditas en la espalda.

—Mamá, tengo que contarte una cosa importantísima, pero te pido que

mantengas la calma. No quisiera ponerte nerviosa. Mamá… estuve con papá; lo

vi, y te mandó cariños.

—Sí. —La anciana asintió lentamente—. Vino ay er.

Ellie sabía que John Staughton había ido a visitarla el día anterior. Ese día, sin

embargo, se disculpó de acompañar a Ellie aduciendo un exceso de trabajo,

aunque quizá sólo lo hubiese hecho para que pudieran estar solas.

—No, no. Me refiero a papá.

—Dile… —La mujer articulaba con dificultad—. Dile… vestido de chiffon…

pase por la tintorería… al salir… ferretería.

Su padre seguía siendo gerente de una ferretería en el universo de su madre.

Y en el propio también.

El largo cerco de protección se prolongaba, y a sin necesidad, de uno a otro

horizonte, interrumpiendo la amplia extensión del desierto. Ellie se sentía feliz de

regresar, de poder iniciar un nuevo, aunque mucho más reducido, programa de

investigación.

Habían designado a Jack Hibbert director interino de Argos, y ella no tendría

el peso de las responsabilidades administrativas. Dado que quedaba mucho

tiempo libre para el uso de los telescopios desde que se interrumpiera la señal de

Vega, se advertía en el ambiente un renovado aire de progreso en ciertas

disciplinas de la radioastronomía que habían quedado relegadas. Los

colaboradores de Ellie no daban la menor muestra de aceptar la idea de Kitz en

el sentido de que el Mensaje fuera una patraña. Ellie se preguntó qué

explicaciones darían Der Heer y Valerian a sus colegas acerca del Mensaje y de

la Máquina.

Tenía la certeza de que Kitz no había dejado trascender ni una palabra fuera

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