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durante años había oficiado de vocero de SETI, de Argos y luego del Mensaje y
la Máquina, esto era distinto. Necesitaba tiempo para poner sus pensamientos en
orden.
Estaba convencida de que Drumlin había muerto para salvarle la vida. Él
advirtió la explosión antes que los demás, vio los cientos de kilos de erbio que se
abalanzaban sobre ellos y, con sus rápidos reflejos, dio un salto para empujarla
detrás de la columna.
Cuando Ellie le mencionó esa posibilidad a Der Heer, éste respondió:
—Lo más probable es que Drumlin hay a saltado para salvar su propia vida, y
tú estabas en el camino. —El comentario le resultó muy poco feliz. Al apercibir
su desagrado, agregó Ken—: Lo que lo lanzó por el aire quizás hay a sido la
sacudida al chocar el erbio contra el andamiaje.
Sin embargo ella estaba absolutamente segura puesto que vio la preocupación
de Drumlin por salvarle la vida. Y lo consiguió. Gracias a él, sólo tuvo rozaduras.
A Valerian, que se hallaba en un lugar más resguardado, se le cay ó encima una
pared, que le quebró ambas piernas. Ellie había tenido suerte en más de un
sentido, puesto que ni siquiera perdió el conocimiento.
Apenas comprendió lo que había pasado, el primer pensamiento de Ellie no
fue dirigido a su antiguo profesor Drumlin, que acababa de sufrir una muerte
horrible ante sus ojos; tampoco sintió asombro por el hecho de que Drumlin
hubiese ofrendado su vida para salvarla ni pensó en los daños ocasionados a la
Máquina. No. Con una marcada nitidez, lo que le pasó por la mente fue « voy a
ir, van a tener que mandarme a mí, no puede ir nadie más que y o» .
Al instante se arrepintió, pero y a era tarde. Se despreciaba a sí misma por el
egoísmo puesto de manifiesto en tan lamentable situación. No importaba que
Drumlin hubiese tenido en vida el mismo defecto, y le consternaba haberlo
encontrado en ella, aunque sólo fuera por un momento. Cómo pudo planificar el
futuro sin tomar en cuenta a nadie más que a su propia persona, se reprochó.
Cuando arribaron los investigadores al lugar del hecho, Ellie no fue con ellos
muy comunicativa.
—Perdónenme, pero no es mucho lo que puedo aportar, íbamos caminando
los tres por el andamiaje, cuando de pronto se produjo una explosión y todo salió
volando. Siento no poder ay udarlos más.
A sus colegas les advirtió que no deseaba hablar del tema, y se recluy ó en su
departamento durante tanto tiempo, que fue preciso enviar a alguien a averiguar
si le pasaba algo. Ellie trató de recordar hasta el más mínimo detalle del
incidente. Procuró reconstruir la conversación que mantuvieran antes de ingresar
en la zona de montaje, de qué habían hablado Drumlin y ella en aquel viaje a
Missoula, qué impresión le había causado Drumlin cuando lo conoció al
comenzar sus estudios superiores. Poco a poco se dio cuenta de que una parte de
ella le había deseado la muerte, aun antes de que compitieran por el puesto de