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todos sus dogmas —afirmó—, pero se sentía cómodo con ella y pensaba que
podía hacer mucho bien. Se trataba de una secta relativamente nueva —
contemporánea de la Ciencia Cristiana y los Testigos de Jehová—, fundada por
Mirza Ghulam Ahmad, en Punjab. Devi la conocía como una secta proselitista,
que se había arraigado en África Occidental. Los orígenes de la religión estaban
ocultos en la escatología. Ahmad se proclamó Mahdi, la figura que los
musulmanes confiaban en ver aparecer al fin del mundo. También dijo ser el
nuevo Cristo, una reencarnación de Krishna y un buruz, o la reaparición de
Mahoma. El ahmadiyah sufrió la influencia de los milenaristas cristianos, y
muchos de sus fieles juzgaban inminente la reaparición de su líder. El año 2008
—centenario de la muerte de Ahmad— sería la fecha de su retorno final, como
Mahdi. En términos generales, el fervor mesiánico parecía ir en aumento en el
mundo entero, y Ellie se mostró preocupada por las irracionales predilecciones
de la especie humana.
—En un festival del amor —sentenció Devi— no deberías ser tan pesimista.
Luego de una copiosa nevada, en Sapporo se modernizó la costumbre local de
esculpir en hielo y nieve figuras mitológicas y de animales. Se talló, con lujo de
detalles, un inmenso dodecaedro, que fue posteriormente exhibido como una
especie de icono en los noticieros de televisión. Después de varios días de
inesperado calor, los escultores tuvieron que salir a reparar los daños de su obra.
La posibilidad de que, al activarse la Máquina, llegara a desatarse un
apocalipsis universal, era tema de frecuente discusión. El Proyecto de la
Máquina respondió con expresiones de confianza dirigidas al público, con
manifestaciones de tranquilidad dirigidas a los gobiernos, y con decretos en los
que se ordenaba mantener en secreto la fecha de la puesta en funcionamiento.
Algunos científicos propusieron que se activara la Máquina el 17 de noviembre,
día en que se produciría la lluvia meteórica más espectacular del siglo. Un
simbolismo muy elocuente, decían. No obstante, Valerian sostuvo que sería un
riesgo innecesario obligar a la Máquina a despegar en medio de una nube de
deyecciones cometarias. Por lo tanto, la puesta en marcha se postergó unas
semanas, para fines del último mes del año. Si bien esa fecha no era literalmente
el final del milenio sino un año antes, ya habían planificado grandes festejos
todos los que no entendían de convencionalismos de calendario, y los que
deseaban celebrar la llegada del tercer milenio en dos meses de diciembre
consecutivos.
Aunque los extraterrestres no podían saber cuánto pesaba cada tripulante,
indicaron con suma precisión la masa de cada componente y el total de masa
permitido, con lo cual quedaba un margen muy estrecho para equipos de diseño
terrestre. Durante varios años se esgrimió ese argumento para conseguir que los
cinco tripulantes fuesen mujeres, de modo de poder incluir un instrumental más
pesado, pero posteriormente se rechazó la sugerencia por considerársela frívola.