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tener datos suficientes como para el estudio sobre movimiento propio. Deme el
impreso de la computadora, y yo lo transmitiré a Australia por telefax desde mi
oficina.
Con afectada serenidad, Ellie se alejó del grupo que se había reunido
alrededor de los paneles y regresó a su despacho. Entró y cerró la puerta con
mucho cuidado.
—¡Mierda! —murmuró.
—Con Ian Broderick, por favor. Sí. Habla Eleanor Arroway, del proy ecto
Argos. Se trata de una emergencia. Sí, gracias, espero… Hola, Ian.
Probablemente no sea nada, pero recibimos un fantasma y quería pedirte que
nos ay udaras a determinar su origen. Es de alrededor de nueve gigahertz, con
banda de varios cientos de hertz. Ya mismo te mando los parámetros por
telefax… Sí, Vega está justo en el centro del campo visual. Lo que nos llega
parece ser impulsos de números primos… Sí, de veras. Bueno, espero.
Una vez más pensó en lo atrasada que era la comunidad científica del mundo,
que todavía no contaba con un sistema integrado de base de datos de
computación.
—Ian, mientras el telescopio termina de girar, ¿podrías mirar un gráfico de
amplitud-tiempo? Tomemos sólo los impulsos de baja amplitud y las ray as de
alta amplitud. Nosotros recibimos… Sí, ése es exactamente el esquema que nos
está llegando desde hace media hora… Bueno, es la posibilidad más factible de
los últimos cinco años, pero no me olvido de cómo resultaron engañados los
soviéticos en 1974 con el incidente del satélite Big Bird. Según tengo entendido, se
trataba de un reconocimiento de altimetría por radar que los Estados Unidos
realizaban sobre la Unión Soviética, para guiar misiles. Y los soviéticos lo
recibían por medio de antenas omnidireccionales. Lo único que sabían era que
obtenían la misma secuencia de impulsos del cielo todas las mañanas,
aproximadamente a la misma hora. Su gente les aseguraba que no era una
transmisión militar, de modo que naturalmente pensaron que era extraterrestre…
No, y a hemos descartado una posible transmisión por satélite.
» Ian, ¿puedo pedirte que lo rastrees todo el tiempo que permanezca en
vuestro cielo? Voy a ver si consigo que también lo hagan otros radioobservadores
distribuidos en la misma longitud, hasta que reaparezca aquí… Sí, pero no sé si es
fácil hacer una llamada directa a China. Pensaba enviarles un telegrama… Bien,
muchas gracias, Ian.
Ellie se detuvo un instante en la puerta de la sala de control —la llamaban así
irónicamente, y a que el control lo efectuaban las computadoras, en una
habitación contigua— para admirar al pequeño grupo de científicos que
conversaba animadamente, examinaba los datos de las pantallas e intercambiaba
algunas bromas al respecto del origen de la señal. Pensó que no eran hombres
elegantes ni apuestos en un sentido convencional; sin embargo, tenían cierto