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Contacto - Carl Sagan

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tenga el mismo color de temperatura que Vega —mira, desde aquí se aprecia

que es azulada— y residuos de la misma especie. Cierto es que no se puede

verificar debido al resplandor, pero me atrevería a afirmar que esto es Vega.

—Entonces, ¿dónde están ellos? —quiso saber Devi.

Xi, que tenía muy buena vista, miraba hacia arriba, en dirección al cielo que

se extendía más allá del ring plane. Como no dijo nada, Ellie siguió el derrotero

de sus ojos. Sí, algo había a lo lejos, algo que brillaba al sol. Al contemplarlo con

el objetivo, advirtió que se trataba de un inmenso poliedro irregular, cada una de

sus caras cubierta de… ¿una especie de círculo? ¿Un disco? ¿Una bandeja?

—Toma, Quiaomu, mira por aquí y dime lo que ves.

—Son… lo mismo que tienen ustedes: miles de radiotelescopios, apuntados en

muchas direcciones. No es un mundo sino sólo un mecanismo. Uno a uno fueron

pasándose la cámara, y Ellie disimuló la impaciencia hasta que volvió a tocarle

el turno. La naturaleza fundamental del radiotelescopio estaba más o menos

explicitada por la física de las ondas de radio, sin embargo, la desilusionaba que

una civilización capaz de producir —o aunque sólo fuese usar— los agujeros

negros para una especie de transporte hiperrelativista aún se valiera de

radiotelescopios de reconocible diseño, por numerosos que fueren. Le parecía un

rasgo de atraso de los veganos, una falta de imaginación. El hecho de que hubiera

miles de ellos enfocando todo el cielo sugería una exploración total de la esfera

celeste, algo así como un Argos en gran escala. Se estaban escudriñando

innumerables mundos en busca de transmisiones de televisión, radares militares o

quizás otras variedades de emisiones de radio desconocidas en la Tierra.

¿Encontraban a menudo esas señales, o acaso habría sido la Tierra su primer

éxito en un millón de años de observación? No había rastros de ningún comité de

bienvenida. ¿Tan poca importancia le asignaban a la delegación que no habían

designado a nadie para ir a recibirlos?

Cuando le devolvieron la cámara, puso especial esmero en la distancia, el

objetivo y el tiempo de exposición. Deseaba obtener una constancia permanente

con el fin de demostrarle a la Fundación Nacional para la Ciencia la seriedad con

que trabajaba la radioastronomía. Ojalá hubiera alguna forma de determinar las

dimensiones del mundo poliédrico. Un radiotelescopio en cero g podía ser de

cualquier tamaño. Después de revelarse las fotos, podría precisarse el diámetro

angular pero el diámetro lineal —las verdaderas dimensiones— serían imposibles

de calcular a menos que supieran a qué distancia se hallaba el objeto.

—Si no hay mundos —decía Xi en ese momento—, entonces tampoco hay

veganos; no vive nadie aquí. Vega no es más que un puesto de guardia, una casilla

para que la patrulla de fronteras se caliente las manos. Esos radiotelescopios —

miró hacia arriba— son las torres de observación de la Gran Muralla. Si uno está

limitado por la velocidad de la luz, le resulta difícil mantener la cohesión de un

imperio galáctico. Ordenamos a un destacamento que sofoque una rebelión. Diez

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