Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
preguntárselo a Eda o Vay gay.
—Gracias por la sugerencia; y a lo hemos hecho.
Se imaginó a Vay gay sometido a un interrogatorio igualmente severo por
parte de su viejo adversario, Arkhangelsky, o de Baruda, el hombre que había
propuesto destruir los radiotelescopios y quemar toda la información. Cabía
suponer que Kitz y ellos eran de idéntico parecer respecto del tema en estudio.
Deseó que Vay gay estuviese haciendo un buen papel.
—Usted me entiende, doctora, pero permítame volver a explicárselo y tal vez
pueda indicarme algún fallo en mi razonamiento. Hace veintiséis años, esas
ondas radioeléctricas se dirigían a la Tierra. Una vez que han partido de Vega,
que cruzan el espacio, nadie puede detenerlas. Aun si el transmisor supiera
instantáneamente —por medio del agujero negro, si lo prefiere— que se ha
puesto en marcha la Máquina, transcurrirían otros veintiséis años hasta que el
cese de la señal arribara a nuestro planeta. Los veganos no podían saber,
veintiséis años atrás, en qué preciso instante se accionaría la Máquina. Hubiera
sido menester enviar un mensaje retrotraído veintiséis años en el tiempo para que
el Mensaje se detuviera el 31 de diciembre de 1999. ¿Me sigue?
—Sí, claro. Éste es un campo desconocido; por algo se lo denomina un
continuo de espacio-tiempo. Si ellos pueden atravesar el espacio con túneles,
pienso que también pueden atravesar el tiempo. El hecho de que hay amos
regresado un día antes nos demuestra que cuentan con cierta capacidad, aunque
limitada, para viajar en el tiempo. Tal vez, apenas partimos de la Estación,
enviaron un mensaje veintitrés años atrás en el tiempo, para apagar el transmisor.
No sé.
—Ya ve usted lo bien que le viene que el Mensaje se hay a interrumpido justo
ahora. Si aún siguiera emitiéndose, podríamos rastrear el pequeño satélite,
capturarlo y obtener la cinta de transmisión, con lo cual tendríamos una prueba
contundente, decisiva, del ardid. Pero ustedes no podían correr el riesgo y por eso
lo atribuy en todo a los agujeros negros.
Para ella, se trataba de una fantasía paranoica en la cual se tomaban varios
hechos inocentes y se los agrupaba de forma tal de crear una compleja intriga.
Cierto era que los hechos distaban de ser triviales, y era lógico que las
autoridades investigaran todas las otras explicaciones posibles. Sin embargo, la
versión que presentaba Kitz era tan maliciosa, que sólo podía haberla concebido
una mente temerosa, angustiada.
De ser así, disminuía en cierta medida la posibilidad de un fraude colectivo,
pero el dato sobre la interrupción del Mensaje —de ser verdad lo que aseguraba
Kitz— constituía para Ellie un motivo de preocupación.
—Ahora yo me pregunto una cosa, doctora. Ustedes, los científicos, tenían la
capacidad intelectual y la motivación como para haber planeado esto, pero les
faltaban los medios. De no ser los rusos quienes pusieron el satélite en órbita,