03.01.2021 Views

Contacto - Carl Sagan

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

hará. Es un hombre más bueno de lo que crees, Ellie, y tuve suerte en

volver a encontrarlo. A lo mejor lo odias tanto porque algo dentro de ti ya

adivinó la verdad, aunque en realidad pienso que lo odias porque no es Ted

Arroway.

Y sigues ahí, sentada en el patio. No te has movido desde que comencé

a escribir esta carta. Estás, simplemente, pensando. Ruego a Dios que

algún día encuentres eso que buscas con tanto afán. Perdóname. Sólo fui

humana.

Besos,

Mamá.

Asimiló el contenido de una vez, y luego volvió a leerla. Sentía la respiración

entrecortada y le transpiraban las manos. El impostor resultaba ser el personaje

verdadero. Durante la may or parte de su vida había rechazado a su propio padre,

sin tener la más leve idea de lo que hacía. Qué entereza de carácter había puesto

de manifiesto él frente a sus arranques de adolescente, cuando le echaba en cara

que no era su padre, que no tenía derecho a indicarle lo que debía hacer.

El telefax volvió a sonar dos veces, invitándola a pulsar la tecla de

RETORNO. Sin embargo, no tenía ánimo para responder. Pensó en su pa… en

Theodore Arroway, en John Staughton, en su madre. Todos habían sacrificado

muchas cosas por su bien, pero ella estaba demasiado preocupada por sí misma

como para percatarse. Deseó que Palmer se hallase a su lado.

El telefax sonó una vez más y el carro comenzó a moverse. Había

programado la computadora para que le llamara la atención con insistencia si

encontraba algo en π. Sin embargo estaba demasiado atareada deshaciendo y

reconstruyendo la mitología de su propia vida. Su madre seguramente se sentó

ante el escritorio de la habitación grande, de arriba, y mientras pensaba cómo

redactar la carta, miraba por la ventana a su hija Ellie de quince años, rebelde,

resentida.

Su madre le había hecho otro regalo. Con esa carta, Ellie cerraba un círculo,

rescataba su personalidad de años atrás. Había aprendido tanto desde entonces, y

le quedaba aún mucho más por aprender.

En la mesa sobre la que descansaba el telefax había también un espejo. Allí

vio Ellie a una mujer ni joven ni vieja, ni madre ni hija. No había avanzado lo

suficiente como para recibir ese mensaje, y mucho menos descifrarlo. Había

pasado su existencia procurando establecer contacto con los seres más extraños y

remotos, mientras que en la vida real no lo había logrado casi con nadie. Siempre

criticó cruelmente a los demás por crearse mitos, pero no advirtió la mentira que

subyacía debajo de los propios. Toda su vida estudió el universo, pero nunca

reparó en su mensaje más sencillo: las criaturas pequeñas como nosotros sólo

podemos soportar la inmensidad por medio del amor.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!