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quede claro que no insisto en esta explicación porque es sólo una de muchas
posibles, pero sí pienso que tal vez interpretó mal su experiencia.
—Usted no vio lo que vi y o. —Contempló nuevamente la titilante luz azul de
Vega y luego miró a Ellie—. ¿Nunca se siente… perdida en su universo?, ¿cómo
sabe lo que tiene que hacer, cómo debe comportarse, si no existe Dios? ¿Se limita
a cumplir la ley para no sufrir castigos?
—A usted no le preocupa el sentirse perdido, Palmer. Lo que le preocupa es
no ser el centro, la razón de que se hay a creado el universo. En mi universo hay
muchísimo orden. La gravedad, el electromagnetismo, la mecánica cuántica,
todo gira en torno de ley es. Y en cuanto al comportamiento, ¿por qué no
podemos determinar qué es lo que sirve a nuestro mejor interés… como especie?
—Ésa es una visión muy noble del mundo, y y o sería el último en negar que
existe bondad en el corazón del hombre, pero ¿cuánta crueldad se ha manifestado
cuando no había amor a Dios?
—¿Y cuánta cuando sí lo había? Savonarola y Torquemada amaban a Dios, o
al menos eso afirmaban. Su religión toma a las personas como niños a los que
hay que asustar con un coco para que se porten bien. Quieren que la gente crea
en Dios para que obedezca los preceptos. Entonces lo único que se les ocurre es
crear una estricta fuerza policial y amenazar con que un Dios que todo lo ve va a
castigar cualquier transgresión que la policía hay a pasado por alto. Palmer, usted
supone que al no haber vivido y o su experiencia religiosa, no puedo apreciar la
grandeza de su dios, pero es todo lo contrario. Lo escucho hablar y pienso: « ¡Su
dios es demasiado pequeño! Un despreciable planeta, de unos pocos años de
antigüedad, no merece la atención ni siquiera de una deidad menor, y mucho
menos del creador del universo» .
—Me está confundiendo con algún otro predicador. Yo estoy preparado para
un universo de millones de años, pero lo que digo es que los científicos todavía no
lo han demostrado.
—Y y o sostengo que usted no ha comprendido la prueba. ¿En qué puede salir
beneficiada la gente si la sabiduría convencional, las « verdades» religiosas son
mentiras? Cuando ustedes tomen plena conciencia de que el hombre es un ser
adulto adoptarán otro estilo de predicación.
Se produjo un breve silencio, subray ado sólo por el eco de sus pasos.
—Perdóneme por ser demasiado vehemente.
—Le doy mi palabra, doctora, de que voy a reflexionar sobre lo que me ha
dicho.
Me ha planteado usted interrogantes para los cuales debería tener respuestas,
pero con el mismo espíritu, permítame hacerle y o unas preguntas. ¿De acuerdo?
Ella asintió.
—Piense en la sensación que le produce, en este mismo instante, el hecho de
tener conciencia. ¿Acaso siente los miles de millones de átomos en movimiento?