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apartado barrio de Queens. Cambió de tren en una estación de la zona de
Jamaica, y retornó, jadeante —después de todo, era un día tórrido de verano—,
al hotel donde se desarrollaba la convención. A veces, cuando el subterráneo
describía una curva, se apagaban las lamparitas interiores, y Ellie podía ver una
sucesión regular de luces azules que pasaban raudamente, como si volara en
alguna nave espacial, transitando en medio de estrellas azules supergigantes.
Después, cuando el tren encaraba una recta volvían a encenderse las lámparas
interiores, y una vez más tomaba conciencia del olor acre, de los pasajeros de
pie, de las diminutas cámaras de televisión (encerradas en jaulas protectoras, que
con posterioridad el público había anulado con pintura de spray ), del atractivo
mapa multicolor que mostraba la red subterránea completa de la ciudad de
Nueva York, el chirrido de alta frecuencia de los frenos al entrar en las
estaciones.
Sabía que su actitud era bastante excéntrica, pero ella siempre había tenido
una intensa vida de fantasía. Reconocía que exageraba un poco en eso de prestar
atención a los ruidos, pero consideraba que no le ocasionaba perjuicio. Nadie
parecía darse demasiada cuenta. Además, era algo relacionado con su trabajo. Si
se lo hubiera propuesto, seguramente habría podido deducir de su declaración de
réditos el costo de su viaje a Yucatán aduciendo que el propósito era estudiar el
sonido de la rompiente del mar. Bueno, a lo mejor se estaba poniendo realmente
obsesiva.
Sobresaltada, comprobó que había llegado a la estación de Rockefeller Center.
Rápidamente caminó en medio del montón de diarios abandonados en el piso del
vagón. Un titular le llamó la atención: GUERRILLEROS COPAN RADIO EN
JOBURG. « Si nos gustan, los llamamos soldados de la libertad» , pensó. « Si no
nos caen bien, son terroristas. En el improbable caso de que no atináramos a
decidirnos, les llamamos provisionalmente guerrilleros» . En otro trozo de diario
había una enorme foto de un señor con cara de confiado, y el titular: CÓMO
TERMINARÁ EL MUNDO. FRAGMENTOS DEL NUEVO LIBRO DEL
REVERENDO BILLY JO RANKIN. EXCLUSIVAMENTE ESTA SEMANA EN
EL NEWS-POST. Había echado apenas una rápida ojeada a los títulos, y
rápidamente trató de olvidarlos. Se abrió paso entre la multitud para regresar al
hotel, con la esperanza de llegar a tiempo para escuchar el trabajo de Fujita
acerca del diseño homofórmico de los radiotelescopios.
Sobre el ruido que producían los neumáticos se superponía un periódico
golpeteo al pasar sobre las uniones del pavimento, que había sido reparado por
diferentes cuadrillas viales de Nuevo México, en distintas épocas. ¿Y si Argos
estuviera recibiendo un mensaje interestelar pero muy lentamente, por ejemplo,
un bit por hora, por semana o por década? ¿Y si hubiera murmullos muy antiguos
y pacientes, emitidos por civilizaciones que no tenían por qué saber que nos
cansamos de reconocer esquemas al cabo de segundos o minutos? Supongamos