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Tesis Ignacio Calle Albert - Inicio RODERIC - Universitat de València

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“El hombre que no tiene música en sí mismo, ni se mueve con la<br />

armonía <strong>de</strong> dulces sonidos, es apto para traiciones, estratagemas,<br />

rapiñas. Los movimientos <strong>de</strong> su espíritu son más negros que la noche y<br />

sus inclinaciones más oscuras que el Erebo. No pue<strong>de</strong> ser hombre <strong>de</strong><br />

confianza ni fiarse <strong>de</strong> él. Oye la música.” 748<br />

Se antoja ciertamente difícil pensar que una persona que no fuera<br />

amante <strong>de</strong> la música, no era digna <strong>de</strong> confianza, pero en este caso, hay que<br />

contextualizar el comentario que Shakespeare nos transmitió. Cabe <strong>de</strong>cir, que<br />

en dicho acto, la suave luz <strong>de</strong> la luna, la música discreta y las burlas cariñosas<br />

<strong>de</strong> las traviesas Porcia (rica here<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> Belmonte) y Nerissa (doncella <strong>de</strong> esta<br />

última), creaban un ambiente perfecto para uno <strong>de</strong> los <strong>de</strong>senlaces más bellos<br />

<strong>de</strong> Shakespeare. El tierno diálogo entre Lorenzo y Jessica (hija <strong>de</strong>l judío<br />

Shylock), evocaba el romanticismo más puro <strong>de</strong> la noche. La disertación <strong>de</strong><br />

Lorenzo sobre la armonía <strong>de</strong> las esferas celestes producía en el espectador un<br />

vasto conocimiento sobre dicha temática renacentista y curiosa que todavía<br />

hoy nos llama la atención. Para potenciar más el interés <strong>de</strong> la conversación,<br />

Lorenzo elevó el tono peyorativo exagerando sus palabras.<br />

Shakespeare, conocedor <strong>de</strong> dicho entramado astral, psicológico,<br />

humano y musical, y sin duda inspirado por las tesis <strong>de</strong> Ficino, habló en el<br />

mismo diálogo <strong>de</strong>l cambio <strong>de</strong> personalidad que podía ocasionar la música en<br />

los hombres, tal y como acaeció con Alejandro Magno y tantos otros tras los<br />

sones órficos interpretados por virtuosos a lo largo <strong>de</strong> la historia. Así dijo:<br />

“[…] nada hay tan duro, tan rabioso, o tan insensible, que la<br />

música temporalmente no transforme su naturaleza…” 749<br />

En la misma obra, aparece una <strong>de</strong>tallada <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> la tan<br />

comentada música <strong>de</strong> las esferas y las teorías <strong>de</strong> Pitágoras, valorando la<br />

música como algo inaudible, como una música <strong>de</strong> fondo continua y su relación<br />

con el reloj biológico humano:<br />

“Mira el firmamento, mira como el plan celeste está <strong>de</strong>nsamente<br />

revestido con discos <strong>de</strong> luminoso oro. Todo lo que observas, también la<br />

más pequeña esfera, canta en su movimiento como un ángel y se reúne<br />

748 El merca<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Venecia Acto V, Escena 1<br />

749 Ibid.<br />

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