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Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

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RETABLO DEL ALTO ARAGÓN<br />

108<br />

y rallada. Resultaban las guijas un bocatto di cardinale, cuando, como<br />

he dicho, eran más duras y malas que las piedras. Si sobraba algo<br />

<strong>de</strong> caldo y quería alguno tomar sopas <strong>de</strong> pan, las escaldaba con<br />

dicho caldo y les echaba aceite. El vino, según la abundancia <strong>de</strong> él<br />

en la cosecha, lo bebían puro y si no mezclado con un poco <strong>de</strong><br />

agua. El postre, en aquellos años difíciles consistía en «Después <strong>de</strong><br />

comer, ¡a trabajar!».<br />

Para merendar solían comer un trocico <strong>de</strong> chorizo o <strong>de</strong> tocino<br />

con pan, a veces remojado con tomate, echando algún trago y si<br />

alguno trabajaba o tenía más dinero, compraba una lata <strong>de</strong> sardinas<br />

<strong>de</strong> aceite con un poco <strong>de</strong> pan.<br />

Para cenar comían bel plato <strong>de</strong> ensalada y <strong>de</strong>spués berzas o acelgas<br />

y otras veces col, <strong>de</strong>spués un señal <strong>de</strong> tortilla, preparada con un<br />

huevo con patata, para cinco o seis. ¡Cómo discurrían estas mujeres!,<br />

¡ya se merecen un buen homenaje!<br />

En las fiestas comían espléndidamente, pues guardaban el<br />

mejor vino para las mismas y engordaban en las casas un cor<strong>de</strong>ro,<br />

que lo mataban en tales días y lo comían asado, en distintos guisos<br />

y hacían fritada con las tripas y a veces chiretas. Lo aprovechaban<br />

todo. Los años fueron pasando y parece ser que se iba mejorando<br />

la comida y la situación económica, pero estas mujeres, que eran<br />

santas, lo han sido siempre, aun siendo pudientes, pues el otro día<br />

escuché <strong>de</strong>cir a un hijo que hablaba con su madre y le <strong>de</strong>cía: «Si<br />

había pollos, ¡los peores trozos para ti, mujer!; si había carne, el<br />

peor filete también era para ti, mujer, y si había poca, no era preciso<br />

apurarse porque tú, ¡buena mujer, no tenías ganas <strong>de</strong> comer!».<br />

Porque lo que querían aquellas mujeres era tenerlos a todos a su<br />

alre<strong>de</strong>dor y no les importaba comer, o no comer un pastel. No<br />

comían nunca, ni siquiera se sentaban en la mesa.<br />

Estas señoras tienen y han tenido siempre el alma limpia, pero<br />

para ello se preparaban teniendo limpia su casa y llevando limpios<br />

a sus maridos, hijos e hijas y para ello sabían fabricar el jabón con<br />

sosa, cortezas <strong>de</strong> tocino o sebo o con morgas <strong>de</strong> aceite, recogiéndolas<br />

<strong>de</strong> las prensas, don<strong>de</strong> se prensaban las olivas. Puestos los anteriores<br />

componentes en un cal<strong>de</strong>ro con agua, los hacían hervir y al<br />

hacerlo, el jabón subía hacia arriba en escasa cantidad y con una<br />

espuma<strong>de</strong>ra lo recogían y lo echaban en otro recipiente, tirando<br />

luego todo lo que sobraba. Luego, en el cal<strong>de</strong>ro vaciado, echaban

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