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Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

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COSTUMBRES Y LENGUA ARAGONESA<br />

existe para que nos entrara por los ojos. La lechuza no tiene orejas<br />

y Rafael sí; en cambio la lechuza tiene alas y Rafael no, pero las<br />

sustituye con piernas, que lo han llevado a los rincones más recónditos<br />

<strong>de</strong> nuestra bendita tierra y lo han aproximado a escuchar las<br />

voces <strong>de</strong> hombres y mujeres que nunca habían sido escuchadas<br />

hasta que él llegó a hacerlo. Pero también ha recorrido las pari<strong>de</strong>ras<br />

por don<strong>de</strong> no había pasado nunca ni Nuestro Señor para enterarse<br />

<strong>de</strong> las venturas y <strong>de</strong>sventuras <strong><strong>de</strong>l</strong> «Cucaracha», bandolero<br />

que por ser aragonés era más generoso y justiciero que los andaluces,<br />

y estos han salido en novelas y películas y el nuestro nada <strong>de</strong><br />

nada hasta que nuestro hombre publicó el libro <strong>de</strong> su vida.<br />

Es difícil, a veces, para la gente aragonesa distinguir lo serio <strong>de</strong><br />

lo que pue<strong>de</strong> ser objeto <strong>de</strong> humor, porque es capaz <strong>de</strong> ridiculizar<br />

todo, incluida nuestra fabla, a la que Rafael tomó en serio con su<br />

diccionario. ¡Cuántos aragoneses cultos han sido unos somardas con<br />

los aragoneses que conservaban su lengua! Algo <strong>de</strong> eso pasó, pero<br />

mucho más mitigado, en Cataluña y en el País Vasco, pero allí eran<br />

forasteros los socarrones! El socarrón, adoptando una actitud<br />

seria, ridiculiza a los <strong>de</strong>más; entre nosotros, el somarda, palabra<br />

nuestra, lo hace con más crueldad (El regreso <strong>de</strong> E<strong><strong>de</strong>l</strong>miro, <strong>de</strong><br />

Sen<strong>de</strong>r).<br />

Efectivamente nuestro somarda ataca, satiriza, <strong>de</strong>scalifica con<br />

humor duro a aquel que pone <strong>de</strong> manifiesto gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>fectos. A<br />

aquel que no <strong>de</strong>ja en paz a las mujeres lo llaman buco o bucardo,<br />

según su grado <strong>de</strong> salacidad.<br />

Cuando alguno, por interés, se casa con una mujer manifiestamente<br />

disoluta, le dicen que tendrá que <strong>de</strong>sanchar la puerta. Si uno<br />

es avariento, dicen <strong>de</strong> él que no come por no cagar o evacuar. Si<br />

alguien quiere quedar bien con los forasteros y los lleva a casa<br />

ajena, le achacan <strong>de</strong> quedar bien con lo <strong>de</strong> otri.<br />

Cuando se trata <strong>de</strong> un vanidoso que presume <strong>de</strong> algo que supera<br />

sus posibilida<strong>de</strong>s, exclaman: «¡De qué le biene a o tozino, llebar a<br />

coda tiesa!». Nos hemos topado con las mazadas <strong>de</strong> las que Rafael<br />

habla. Bien aplicadas dan un humor rotundo como el golpe <strong>de</strong><br />

una maza o mallo. Esta sátira no se limita a los individuos, sino que<br />

se extien<strong>de</strong> a los partidos políticos, a los pueblos o a las entida<strong>de</strong>s<br />

que pi<strong>de</strong>n y pi<strong>de</strong>n. Los legos <strong>de</strong> los conventos a algún vecino le<br />

pedían paja, por amor a Dios o por buena vecindad, y si les <strong>de</strong>cían<br />

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