10.05.2013 Views

Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

RETABLO DEL ALTO ARAGÓN<br />

426<br />

un reloj <strong>de</strong> oro. Asimismo el chaleco coincidía en el color con el<br />

negro sombrero <strong>de</strong> amplias alas. Su cochazo, que todavía en aquellos<br />

años <strong>de</strong> antes <strong>de</strong> la guerra no era un «haiga», era también<br />

negro.<br />

Llegaba año tras año a mi casa <strong>de</strong> Siétamo, se sonreía, preguntaba<br />

y no se manifestaba con muchas explicaciones. Se fartaba,<br />

sacaba una cajita dorada, la abría y nos entregaba a cada uno <strong>de</strong><br />

los hermanos un gordo confite. Se iba y ¡hasta el año que viene!<br />

Su señora, <strong>de</strong> la que tengo un vago recuerdo, sonreía ininterrumpidamente<br />

pero no hablaba. Sus hijos tampoco porque no los<br />

tenían.<br />

Decían que su fortuna era inmensa, que en recorrer su finca<br />

argentina, tardaba el tren veinte horas. Pero yo, con mis escasos<br />

años, comprendía que contrastaba su riqueza con su falta <strong>de</strong> generosidad,<br />

limitada a un blanco confite. Mi tío José María, eterno solterón,<br />

<strong>de</strong>cía: «Este elemento no conoce la generosidad <strong><strong>de</strong>l</strong> gaucho;<br />

solo sabía cantar la milonga Niza y el tango Dido».<br />

Después <strong>de</strong> la guerra lo vi aparecer un día por la plaza <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

pueblo y fui corriendo a avisar a mi padre, que estaba en la era.<br />

Bajó mi padre, le mostró la casa, que era entonces más solariega<br />

que nunca, pues por haber recibido el impacto <strong>de</strong> sesenta y cuatro<br />

cañonazos le daba el sol por todas partes. Le enseñó las cuadras,<br />

don<strong>de</strong> ya no había ni vacas ni caballos, sino pulgas en turbamulta,<br />

<strong>de</strong> las que se llevó alguna. Al ver tan mal panorama, no<br />

hizo falta invitarlo a comer, porque <strong>de</strong>bió <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r que no<br />

era oportuno, pensando: «Adiós Pampa mía, me voy porque ya<br />

no me quieres».<br />

Pero antes <strong>de</strong> marchar volvió, como en otros tiempos, a abrir<br />

su cajita dorada y tomando dos confites, me los entregó. Tal vez,<br />

al ver la ruina <strong>de</strong> la casa, quiso aliviarla aumentando la dosis <strong>de</strong><br />

confites.<br />

Ya no volvió más y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cuarenta años, he comprendido<br />

que a su homónimo sobrino no le <strong>de</strong>jó nada. Tenía prisa y no me<br />

aclaró si también a él le daba un confite. Me quedé con las ganas<br />

<strong>de</strong> cantarle al montañés el tango Dido.<br />

1980

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!