10.05.2013 Views

Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

RETABLO DEL ALTO ARAGÓN<br />

298<br />

la aspersión sobre los enfermos humanos y animales y se preveía el<br />

uso <strong><strong>de</strong>l</strong> agua para apagar el fuego.<br />

En esta noche <strong>de</strong> San Juan hemos rendido culto al agua, pero<br />

en la <strong>de</strong> los santos Fabián y Sebastián se rin<strong>de</strong> culto al fuego, pues<br />

mientras dura el sol, los niños y mozos <strong>de</strong> mi pueblo se <strong>de</strong>dicaban<br />

a recoger fajos <strong>de</strong> leña y tozas, por las casas. Con ellos preparaban<br />

una gran ripa, a la que prendían fuego cuando llegaban las sombras<br />

nocturnas. Me acuerdo, cuando era pequeño, <strong>de</strong> ver saltar a<br />

los mozos por encima <strong>de</strong> las llamas y <strong>de</strong> un mozo que se ponía<br />

sobre sus hombros un niño ancoliquetas, y se paseaba sobre las brasas,<br />

levantando chispas pero sin quemarse los pies.<br />

Se arremolinaba la gente alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la hoguera y corría la<br />

bota <strong>de</strong> mano en mano, hasta que se armaba una porque el pueblo<br />

en sus peticiones <strong>de</strong> agua para regar, no ha sido escuchado y él<br />

mismo se ha olvidado <strong>de</strong> sí mismo cuando caminaba por las brasas.<br />

Organizaban una gran algarabía al comenzar todos a gritar<br />

entusiasmados: «¡Viva san Fabián y san Sebastián!». En el silencio<br />

<strong>de</strong> la noche retumbaba la voz <strong><strong>de</strong>l</strong> pueblo y lo escuchaba la silenciosa<br />

choliba, mientras algún gorrión o alguna chirla se lanzaban al<br />

vacío.<br />

Siña Concha<br />

Noventa y cinco años <strong>de</strong> humanidad somontanera, con su toca<br />

negra y todo, yacen en un lecho <strong>de</strong> la resi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> ancianos. Es<br />

Nochebuena y la primera vez que Concheta pa<strong>de</strong>ce os betuperios <strong>de</strong><br />

la enfermedad. Al verme llegar con sus cansados ojos, exclama:<br />

«¡Ay, Inazier, me quiero morir!». «¿Por qué?», le pregunto. Me contesta:<br />

«No he estado nunca enferma y ahora si no valgo para nada,<br />

¿para qué quiero vivir?».<br />

Muy mal <strong>de</strong>be encontrarse esta mujer cuando se queja, siempre<br />

fue muy sufrida y amó la vida más que los pájaros. Me dice: «¡Ay,<br />

verme yo así, que no paraba nunca, que espigaba más que ninguna,<br />

que hacía saltar las piedras <strong>de</strong> la calle!». Me siento a un lado <strong>de</strong><br />

su cama, me sujeta la mano y no la suelta, pero yo tampoco intento<br />

soltarme. Pregunta: «¿Vendréis a mi entierro?». «Pero Concheta,<br />

¿no se da cuenta <strong>de</strong> que aún tendrá que venir usted al nuestro?»,<br />

le respondo. «¡No!», dice, «que rezo para que Dios os dé mucha

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!