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Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

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RETABLO DEL ALTO ARAGÓN<br />

322<br />

El Viejo Remolón <strong>de</strong> Torres <strong>de</strong> Montes<br />

«En los campos <strong>de</strong> mi Andalucía, / los campanilleros por la<br />

“madrugá”, / me <strong>de</strong>spiertan con sus campanillas / y con sus guitarras<br />

me hacen llorar». Eso cantaba el andaluz <strong>de</strong> los campos <strong>de</strong> su<br />

Andalucía, y yo también quiero cantar, llorando <strong>de</strong> alegría, lo que<br />

pasa, casi ignorado, en los montes <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>Alto</strong> <strong>Aragón</strong>.<br />

En los montes está Torres, Torres la <strong>de</strong> los Montes, Torres <strong>de</strong><br />

Montes, y en tanto que en España ya no quedan carnavales, en ese<br />

pueblo <strong>de</strong> nombre tan bello como el crucero esculpido sobre la<br />

baranda que la<strong>de</strong>a la calle que va a la iglesia, los niños, solo los<br />

niños, cada año, siguieron impasibles celebrando los suyos. En los<br />

clásicos carnavales lucha don Carnal contra doña Cuaresma, lucha<br />

la carne contra la pobre sardina, <strong>de</strong> la que ya estaban hartos los<br />

campesinos y que acababa quemada.<br />

En Torres <strong>de</strong> Montes el que acababa quemado o enforcado y<br />

lapidado era el Viejo Remolón.<br />

No se sabe, o al menos yo no lo sé, por qué motivo el día que<br />

coincidía con el centro <strong>de</strong> la Cuaresma, según me ha dicho alguien<br />

que ha participado en esa celebración, los niños fabricaban la figura<br />

<strong>de</strong> un viejo, tomaban unos pantalones <strong>de</strong> pana negra, una chaqueta<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> mismo color y una camisa <strong>de</strong> tireta, <strong>de</strong> aquellas que no<br />

llevan cuello, y con paja lo rellenaban, le añadían cabeza que<br />

cubrían con una gorra o con boina y antiguamente con cacherulo y<br />

los pies los calzaban con abarcas o con alpargatas.<br />

Ya tenían al Viejo Remolón, al que montaban en un burro y<br />

cuando no podían disponer <strong>de</strong> tal abrío le clavaban un forcón en o<br />

culo y lo llevaban elevado, paseándolo por todas las calles y <strong>de</strong> casa<br />

en casa. Todos los niños <strong><strong>de</strong>l</strong> pueblo curribandiaban, corrían y saltaban<br />

alredol <strong><strong>de</strong>l</strong> Viejo Remolón, llevando uno la canasta para recoger<br />

os güegos, otro una fuente para que las buenas gentes <strong>de</strong>positaran<br />

en ella chullas y chorizo, y un tercero era portador <strong>de</strong> una<br />

perola para el vino. Alguna señora les bajaba pastas y en tanto<br />

subía a buscar os güegos, a chulla o algún otro obsequio, los niños<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber echado trago, vaciaban el contenido <strong><strong>de</strong>l</strong> porrón<br />

en la perola.<br />

A medida que el vino iba surtiendo sus efectos, aumentaba la<br />

algarabía, oyéndose por todo el pueblo esta cantinela: «O Viejo

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